Por la puerta de entrada del edificio, destrozada, no podía verse ni una pata de araña mientras ellos se agrupaban al otro lado de la acera; probablemente las crías estuvieran resintiendo el frío de la habitación y se hubieran alejado a otro cuarto u otro piso del edificio para entrar en calor. Sea lo que sea que Dokugumon estuviera haciendo para no haberse presentado ante ellos cuando invadieron el espacio, era casi seguro que pronto se enteraría de su presencia, si no lo sabía ya, así que mejor actuar con rapidez. El plan era entrar por alguna ventana abierta del segundo o tercer piso y de ahí moverse lo necesario para dar con el Tamer atrapado. Pensando en esto el grupo comenzó a estudiar las ventanas, casi todas cegadas por tablones de madera, hasta encontrar una en la que la madera se había caído casi en su totalidad y revelaba los postigos colgando de los goznes por acción del tiempo y, quizá, presión de patas de araña. La ventana en cuestión estaba en la esquina de uno de los costados del edificio y en el tercer piso, por lo que tendrían que sortear bastante para encontrar al chico.
—Yo puedo entrar volando con Fairymon —comenzó Mai, girándose hacia sus compañeros— ¿Puede Sunflowmon llevarlos a todos hasta allá arriba?
—Sí, creo —contestó Palmon con timidez.
—Hmmm… Lo más seguro sería sacar al Tamer y su compañero tan pronto los encontremos —aportó Ewain— el Digimon tardará en recuperarse y el humano sólo sería un estorbo para pelear.
—No creo que nos dé tiempo de llegar a la puerta —siguió Samali— una ventana tendrá que servir.
Intercambiaron unos diálogos más para refinar el plan y luego se pusieron en marcha; Mai evolucionó a Coronamon a su etapa adulta y entonces adoptó la forma del Juttoushi de viento, Samali llevó a Palmon a ser un Girasol gigante y tanto ella como Ewain subieron a sus hombros, llevando el maletín con el antídoto con ellos, así como Patamon. Fairymon y Sunflowmon se elevaron en silencio hacia la ventana, con el hada usando sus espejismos para cubrirlos y Firamon movió la cola repetidamente desde el suelo, inquieto al ver a su Tamer alejarse así. Dado que el calor atraería innecesariamente a las arañas, el Digimon ígneo se quedaría afuera para recibir al chico y su compañero una vez lograran sacarlos, además tendrían que vigilar que ninguna cría (o la madre) quisiera rematarlos o escapar del lugar. La idea no le agradaba en lo absoluto, pero el calor podía ser peligroso, además, ella no estaría sola pues tenía a Fairymon y a sus compañeros de guild, o eso intentó decirse; pensó que si las cosas se ponían peligrosas bastaría un grito y él podría entrar a ayudar, seguro podía reducir a cenizas el montón de telaraña de la escalera.
Fairymon fue la primera en retirar las últimas tablas, medio podridas, y deslizarse por la ventana hacia el interior, entrando a un corredor vacío con puertas en la pared de enfrente y ventanas cegadas a todo lo largo. Ewain descendió el segundo con Patamon sobre la cabeza y ayudó a Samali a entrar también; Sunflowmon se aferró al alféizar con una mano y luego de-evolucionó con ayuda de su Tamer, quedando colgada de la ventana en su etapa Child; Winters la ayudó a subir y luego ambas se concentraron en el lugar donde estaban. La ojiverde aprovechó de tomar su Keychain y guardar el maletín en el interior para que no estorbara al correr o pelear.
La guerrera de viento se había adelantado hacia la izquierda por el pasillo, donde este giraba a la derecha hacia la mitad del mismo y luego en la misma dirección al final del todo. No había una sola araña a la vista, por el momento. Ewain se acercó con precaución a una puerta y la abrió, con la patata castrosa lista para disparar. No se veía nadie en el interior, ni siquiera en el techo, aunque sí notaron que el suelo estaba en un estado precario, era mejor vigilar donde pisaban. La habitación no parecía llevar a ninguna otra parte así que el escocés volvió a cerrar la puerta lentamente, resintiendo el chirrido que hizo en último minuto.
—Creo que sería más prudente que nosotros miráramos a través de las paredes —comentó Ranamon— así nos evitamos chirridos.
Saly asintió en aprobación y le hizo señas al mayor para que continuaran caminando. Fairymon regresó repentinamente del otro lado del pasillo, aleteando rápidamente, y se detuvo a pocos pasos de ellos.
—KoDokugumon adelante —murmuró tan bajo como pudo para no alertar a las crías.
—No hay nadie en esta otra habitación, señor —señaló Chackmon, sacando la cabeza de una pared.
Si el edificio seguía la misma distribución en todos los pisos, las escaleras estaban en la esquina del edificio diagonal a la que ellos habían entrado, bastaría con seguir el pasillo hasta el final; sólo esperaban que estas no estuvieran bloqueadas también. Sin mediar más palabras se pusieron en marcha hacia el enjambre de Babies, caminando con todo el silencio que podían. Con Fairymon cubriéndolos, Ewain evolucionó a Patamon a Adult y luego tomó la forma de Chackmon, dado que el frío era la mejor arma contra ellos. Llegaron al final del pasillo y giraron para ver a un grupo incontable de bebés en las paredes y techo alrededor de una puerta, varios de los especímenes miraban hacia ellos como señal de que habían escuchado algo, aunque evidentemente no podían ver nada. Plant Shock y Snow Bomber volaron hacia las crías, rompiendo el espejismo, y estas se movieron algo lento ante el ataque.
Uno de los KoDokugumon cayó al suelo por recibir directamente las bolas de nieve heladas, y le siguió otro que había recibido la nube de hojas filosas. Los otros comenzaron a corretear hacia ellos, preparados para atacar. El Brezzo Petalo de Fairymon voló hacia los Baby de inmediato y derribó momentáneamente algunos, mientras los demás compañeros se apartaban de esa línea de tiro y los rodeaban por las paredes y techo.
—¡Saly, evoluciona! —gritó Ranamon al ver que la cantidad industrial de crías se acercaba a ella, quien se había mantenido unos pasos por detrás de la línea de fuego.
La humana obedeció y pasó la cinta de datos por el Digivice justo cuando los primeros bebés la alcanzaban. Se quitó uno del brazo con un chorro de agua y se dispuso a buscar que abrieran espacio, acercándose a sus compañeros en el proceso. La Rana tenía un rasguño en el brazo por las mandíbulas del bebé alcanzándola en plena evolución, pero no era nada de gravedad.
—¡Ábranme campo! —pidió Chackmon, pensando en congelarlos a todos para facilitar las cosas.
Sus compañeros alejaron a los bebés lo mejor que pudieron con sus técnicas, procurando no usar ninguna demasiado fuerte, y luego se apartaron mientras la KachiKachi Kocchin del oso volvía a manifestarse. El ambiente es enfrió considerablemente en pocos segundos y las crías se retorcieron para alejarse del frío glacial. Volviéndose, el miembro de la tropa polar hizo lo mismo para las que habían conseguido ponerse detrás de ellos y muchas de las arañas huyeron mientras pudieron. El grupo se alejó de la zona congelada y miraron atrás sin detener el paso, el suelo se había cubierto de digitama de las que habían caído con ataques previos más varias que ahora eran una estatua de hielo debido a la combinación de cuerpos mojados y frío.
—Deberíamos destruir esos también —señaló Angemon, volviendo la vista al frente.
—Luego, la prioridad es el Digimon herido —contestó Fairymon seriamente.
Ese nuevo pasillo también giraba hacia la derecha en la mitad de su longitud, pero no necesitaron revisar todos los corredores pues al final del todo se veían las escaleras nuevamente bloqueadas con telarañas, cosa que hacía pensar que los Digimon iban y venían por el edificio mediante huecos en el techo o algo parecido, no era tan inverosímil en aquel edificio tan precario. Antes de que tuvieran que decir nada, Chackmon se adelantó y soltó su técnica sobre las telarañas, congelándolas para luego reducirlas a pedazos con un par de golpes de Romeo.
El grupo comenzó a bajar y de pronto estuvieron más alerta de lo normal, si Dokugumon no estaba arriba y tampoco estaba abajo, entonces debía estar en medio con el Tamer.
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El muchacho miró nerviosamente hacia la puerta cerrada y bloqueada, aquella situación le ponía en tensión puesto que no veía ningún intento de derrumbar la puerta, lo cual era bastante más aterrador, hacía ver que la araña planeaba algo más. Movió a Hawkmon ligeramente y lo escuchó quejarse, estaba vivo, por suerte; aunque sabía que de no estarlo en ese momento tendría un huevo a su lado, el comprobarlo calmaba al menos un poco su ansiedad. Llevaba un rato escuchando una revuelta en algún punto sobre su cabeza y esperaba que fuera alguien matando a las arañas y no éstas planeando algo macabro para él. Su D-Terminal había muerto poco después de que enviara su mensaje de ayuda, así que no tenía ninguna noticia de la Central.
—¿Aún… no llega ayuda…? —inquirió el halcón en un susurro, con voz tan baja que su compañero tuvo que inclinarse para oírlo, sorprendido de verlo consciente.
—Shhhh… no hables, guarda fuerzas —le pidió— escucho ruidos arriba, quizá sea alguien que viene a rescatarnos —le dijo, aunque no tenía idea de si eso era así— resiste, ¿de acuerdo? Saldremos de aquí vivos, ambos.
El Digimon asintió débilmente y no volvió a moverse, por lo que el humano supuso que había caído inconsciente de nuevo. Ni un segundo de descanso tuvo cuando captó lo que parecía humo morado entrando por debajo de la puerta y enredándose en las tablas de la barricada; estaba demasiado lejos para el alcance de la técnica pero igual se tapó la cara con la camiseta y maldijo a la araña que parecía disfrutar el jugar con su presa.