Los tres Adult rodeaban al felino. Sangloupmon se encontraba ligeramente más cerca que el otro par, su pelo estaba erizado y su lengua saboreaba a la presa frente a él; podías sentir muy bien su “sed de sangre”. Greymon, por su lado, solo esperaba, le iba mejor cuando dejaba que alguien más actuara y recibiera el golpe para que él se aprovechara de eso y pudiera atacar relativamente a salvo. Magnamon era otra historia, era de las primeras veces que evolucionaba, sin mencionar la primera vez que entraba en combate directo contra alguien tan escurridizo, la armadura dorada le había defendido bien y estaba en mejores condiciones que los otros dos gracias a eso, pero el tiempo…
—Esto se está prolongando—musitó Shin mientras miraba su Digivice. Un pequeño reloj se desplegó.
—¿Qué? ¿No puedes esperar por llevarme a la cama de nuevo? —comentó la pelirrosa, sonriendo de forma coqueta. La situación, aunque peligrosa, la tenía… agitada.
—O-oigan ¿Qué están diciendo de repente? —la cara de Matt se enrojeció ligeramente, después de todo, la chica no lo había dicho de una manera discreta. Elizabeth miró de reojo, regresando al problema que tenían entre manos.
—No hemos practicado mucho con las Digievoluciones. Terrier no la podrá mantener por mucho tiempo—explicó el albino. Su pareja bufó con ligera molestia por su comentario ignorado.
Debían terminar. Ya.
Magnamon fue el primero, tenía mas oportunidad de resistir los golpes y someterlo. Dio un salto hacia adelante con la intención de sujetar al felino, pero este fue más rápido, girando hacia un lado e intentando impactar con un zarpazo, movimiento que fue a duras penas bloqueado por el dorado. El vampiro jadeo en deseo y corrió hacia el frente, intentando morder al salvaje, el solo pensar en el sabor de su Digicore le hacía emocionarse de más e intentar acabar de una vez por todas. El gato, nuevamente, esquivo al Adult, cerrándole la boca con sus pequeñas piernas en una patada uppercut. Greymon tomó la oportunidad corriendo hacia delante para embestir al felino, movimiento que, como los anteriores, falló.
—Si pudiera hacer más…—susurró Matt. La impotencia le molestaba muchísimo.
—Habrá que someterlo de nuevo—musitó Shin mientras insertaba una Memoria en su Lector.
El dinosaurio dio otro paso contra el felino, justo mientras el se encontraba en el aire debido a su maniobra para esquivarlo momentos antes. El filo los cuernos de Greymon impactó de lleno contra la espalda del gato, causándole una cortada grave.
El salvaje giró rápidamente, llenó de ira y en busca de desmembrar a quien le hubiera hecho daño y para cuando giró para tener a Greymon enfrente, se pre paró para usar sus garras y partirlo a la mitad, sin embargo, el dorado del grupo le detuvo usándose como escudo. El Adult X ocupó el tiempo que le dio Magnamon para retroceder a salvo.
—Serah—llamó Shin. La fémina sonrió ligeramente mientras llamaba a su lobo.
Sangloupmon supo lo que tenía que hacer. Mientras Magnamon detenía los golpes del felino enfurecido, podía escabullirse casi sin ser notado hacia su espalda y, cuando menos se lo esperaba, saborearlo. Los colmillos del lobo no tuvieron problema para penetrar la carne del gato, que chilló con dolor y furia en respuesta al ataque. Magnamon tuvo tiempo de retroceder mientras el vampiro presionaba a su victima contra el suelo sin soltarlo, disfrutando del dolor que le causaba y del ligero sabor que tenían sus datos.
—Baromon, usa tu Meteor Dance—ordenó el ojiazul. El Adult invocado obedeció y, al cabo de un par de segundos, un meteoro se precipitó hacia el felino y el lobo.
—Doru…—llamó la joven, pero fue callada por su propio compañero.
—¡Ya lo sé, cállate! —habló Greymon X.
El fuego se acumuló en la boca del dinosaurio, siendo disparada sin ningún tipo de duda contra el salvaje y el vampiro, quien sabe, quizá hasta pudiera pegarle a su “compañero”, no es que le importara.
—Nos vemos en un rato, delicioso—musitó Sangloupmon, separando sus datos poco a poco.
El Teleport del obscuro se realizó justo a tiempo, logrando que evitara el meteoro y el Mega Burst del dinosaurio. Los ataques combinados crearon una enorme explosión justo sobre el gato, incinerándolo.
—Por poco—susurró Greymon para si mismo, ligeramente irritado.
—Buen trabajo—llamó Magnamon. Sangloupmon sonrió ligeramente.
—Ahora, por mi recompensa—musitó, lamiéndose los labios.
—Recuerda que debemos llevar el Digiegg a central—comentó Magnamon.
Los Tamer respiraron aliviados. La fémina mayor del grupo se lanzó al cuello del albino, atrayéndola a ella y besándole la mejilla mientras intentaba buscarle los labios, cosa que el varón se reusaba ligeramente, pues aun llevaba su máscara. El dúo menor solo les miraba, ligeramente incomodos y sonrojados… tal vez hasta con un poco de envidia, por no poder hacer lo mismo.
—Anda, debes esperar un poco—susurraba Shin, entre sus manos aun sostenía el Digivice y el Lector de Memorias, por lo que no podía hacer mucho para defenderse.
—Solo uno y ya, uno largo y… —Serah susurraba también, de manera coqueta, buscando quitarle la mascara al chico para besarlo.
—¿N-no creen que deberían esperar a que recuperemos el Digiegg? —comentó Matt, sonriendo con un poco de vergüenza. Elizabeth le miró, imaginándose por un segundo en aquella posición con el canadiense; de inmediato retiró la mirada.
—¿Por qué no van todos y nosotros los alcanzamos en un minuto? —propuso Serah, aun jalando al albino hacia ella, es más, lo jalaba alejándolo un poco del grupo.
No tenían remedio, Magnamon dio el primer paso, debía apurarse antes de que se acabara el tiempo de su evolución, además de que si no se apresuraba Sangloupmon podría adelantarse y hacer algo que no debía. El dorado llegó hasta el cráter que se había formado, el humo que aun expedía la escena no le dejaba ver con claridad, pero no estaba muy preocupado, después de todo, quien podría sobrevivir a eso ¿no?
Equivocado.
Lo había notado en la batalla, pero no le había dado mucha importancia, a decir verdad, no es que pudiera “pensar” en eso, pero simplemente no los había visto como una amenaza; ellos, los humanos, los Tamer, no lo dañaban per se, así que no le preocupaban, pero aun así ellos actuaban, ellos generaban e invocaban armas y otros Digimon, ellos daban ordenes y los otros obedecían, ellos, los Tamer… Sin ellos… Sin ellos… Los demás no tenía oportunidad…
—¡Shin! —gritó Magnamon.
El felino se impulsó hacia adelante, golpeando el rostro de Magnamon y haciéndolo caer, después saltó hacia delante a toda velocidad. Greymon se había reunido con sus Tamer, incluso, al creer que el peligro había pasado, Zubamon salió del Digivice y eran un blanco difícil, pero los otros dos… Sangloupmon se puso en su camino, utilizando las cuchillas en sus pies para intentar cortarle a la mitad, pero falló miserablemente, era claro que no estaba interesado en él.
—Carajo—musitó el humano mientras se impulsaba hacia delante, dejándose caer sobre la fémina.
El acto apenas se realizó a tiempo, las garras de Meicoomon destrozaron la mochila del albino. Tratando de huir, el ojiazul se levantó rápidamente, jalando a la joven que había tirado. Sangloupmon podría llegar a ellos con un Teleport, pero la energía usada le dejaría agotado y no serviría de nada, Magnamon estaba muy lejos al igual que el resto. Una memoria no se generaría a tiempo y el gato ya estaba impulsándose hacia ellos de nuevo, no había tiempo…
Shin movió a Serah hacia atrás, protegiéndola lo mejor que podía, moviéndola de manera abrupta y ruda para alejarla de la trayectoria del gato, que, si bien era rápido, no hacia más que arrojarse hacia delante de un salto, incapaz de corregir el movimiento cuando ya estaba en el aire. Pero solo ganaba tiempo, dentro de él lo sabía
—Moriré—pensó Shin. Justo a tiempo, apenas y pudo empujar a la fémina para sacarla del camino, estaba justo frente al gato y su embestida mortal.
Casi podía ver toda su vida frente a sus ojos, casi pudo sentir el golpe de Meicoomon partirle el cuerpo a la mitad, casi… pero no lo sintió, solo miró una luz radiante frente a él, una dorada.
—¡Y una mierda! —el gritó de Magnamon le saco de trance. El dorado estaba frente a él, como si estuviera ardiendo en luz, deteniendo al felino—como si fuera a permitirlo—La vida de su mejor amigo peligraba, Magnamon se había lanzado hacia adelante sin siquiera pensar y aquel acto desencadenó un milagro
Power of Miracles. El dorado no tuvo problemas para alcanzar al gato en ese estado, tampoco tuvo reparo alguno en retenerlo mientras los dos humanos se alejaban y el resto de digitales los resguardaban. Debía acabar con eso, sin importar que, ya no porque fuera su deber, si no por venganza…
—Terminemos ya—habló el albino de nuevo, mostrando el objeto entre sus manos.
—Vamos, Excalibur—el pequeño dorado asintió
—Fang—el dinosaurio bufó molesto de que nadie hubiera muerto aún.
—Nightmare—el lobo aulló un poco. Ahora era algo personal.
Con un golpe, el dorado lanzó al felino hacia atrás, mandándolo directo a Zubamon quien lo esperaba con su cuerno. La espada que tenía en la nariz atravesó la piel de Meicoomon, haciéndolo chillar y frenando el impulso por el golpe de Magnamon. De inmediato, los cuernos de Greymon se hicieron presentes, alzándolo nuevamente del suelo, cuando el felino se había colocado en una posición defensiva el dinosaurio lo incineraba nuevamente con un Mega Burst, el ataque fue tan intenso que el Adult regresó a su etapa Child, Dorumon. El gato asado cayó esta vez junto al lobo vampírico, quien aún deseaba su Digicore, pero, sobre todo, hacerle sufrir. Cientos de pequeñas dagas se enterraron en todo el cuerpo, causándole pequeñas pero punzantes cantidades de dolor, luego de eso sintió, nuevamente, la mordida del lobo, esta vez más fuerte, asegurándose de que enterrar y recordar muy bien el sabor y el olor de su presa, así, cuando naciera nuevamente podría encontrarlo.
El felino se movió con fuerza, sintiendo parte de su piel rasgarse mientras se deshacía de la mordida del lobo y le golpeaba para alejarse de él. Estaba herido y cansado, pero su ira lo guiaba y aun no estaba muerto, el cuarteto de humano fue protegido nuevamente por el lobo y los dos Child, pero antes de que pudiera siquiera llegar a ellos fue retenido, nuevamente por el dorado.
Alzándolo con rapidez, Magnamon emprendió vuelo unos metros sobre el campo de batalla, sentía el poder desvanecerse rápidamente.
—Esto es una emergencia ¿no? —pensó el albino con la X-Gem en su mano. Light le había dicho eso: “úsalo en caso de emergencia” justo cuando se la regalo—según mi juicio, lo es.
El cuerpo de Magnamon cambio, la armadura se hizo más robusta, aun así, se mantenía ligera. Sentía una extraña sensación recorrerle mientras los efectos de la X-evolution hacían efecto y hasta las garras de Meicoomon resultaban inútiles ante la nueva armadura del caballero.
—Ojalá lo recuerdes cuando mueras—musitó Magnamon—que yo fui quien te mató.
El destello del Extreme Jihad se hizo presente y la explosión, incluso estando desde el aire, hizo temblar levemente la tierra. Cuando el destello desapareció, solo un pequeño conejo quedaba, cayendo sin impedimento contra el suelo y siendo detenido por el albino y el canadiense antes de que se estrellara.
—Descansa, Terrier—susurró el Tamer mientras acunaba a su compañero.
—Eso estuvo cerca—comentó Matt, cayendo al suelo—ya acabo ¿no?
—No creo que pudiera aguantar tanto… espero que no—habló Zubamon.
—Miren
Un pequeño Digiegg se posaba sobre la tierra, de forma tranquila y pacífica, ignorante de lo que había pasado a su alrededor. El huevo se mantuvo estático unos segundos y fueron Matt y Zubamon los que dieron la iniciativa de tomarlo, comprobando que, efectivamente, era inofensivo. Serah se acercó nuevamente al albino, esta vez sin hacer tan forzosa en su “emoción”, pues tenía a Terriermon en los brazos. Por su lado, el pelinegro se colocó junto a la menor, pensando ligeramente en sí, algún día, ellos dos también…
—Llevemos eso antes de que decida nacer de nuevo—comentó Dorumon. El canadiense se sonrojó por sus propios pensamientos. Esos dos chicos eran peligrosos, su lujuria se contagiaba.
—S-si, vámonos ya—afirmó el compañero de Zubamon.
—¿Pasa algo? —preguntó Elizabeth. La sola presencia de ella le hacía pensar de más, al menos por ahora.
—Ustedes… adelántense—comentó Shin. Las cejas de ambos jóvenes se alzaron y Serah decidió no decir nada, sabía que deberían regresar a la Central, hablar con DS… No podían arriesgarse—esa cosa destruyó mi mochila, todo esta regado…
—Podemos ayudarlos—comentó Zubamon, era lo menos que podían hacer, después de todo, prácticamente los arrastraron a eso.
—No, no, esta bien. El Digiegg tiene prioridad, yo me quedare a ayudarle, además… —Serah dio un pequeño a su albino, sonriendo—necesitamos tiempo a solas—canturreó. Los menores no quisieron saber más, terminando por aceptar el retirarse con el Digiegg.
—Kesh, kesh
Sin más, se separaron… sin saber si se encontrarían de nuevo.
Claire.
everyday
Luigi Siento la tardanza.
V.G.Tizza Ya esta, señor de las naranjas.