Light ordenó a todos que empezaran hacer las flexiones, siendo vigilados por la del pelo rosa a cada segundo. Después de eso, se acercó a Dana y le explicó que no estaban todos. La muchacha frunció el ceño y los contó rápidamente: su amiga tenía razón, alguno se habría escapado con la carrera. La chica se lamentó de haberlos perdido de vista por su emoción de querer dar ejemplo y correr más de lo necesario.
—
Nosotros los buscaremos —indicó de pronto BlackAgumon, serio. Él quería demostrar que estaba listo para enfrentarse a grandes grupos de alumnos, igual que había hecho en la Academia. Para poder ser mejor digimon y dejar esa timidez atrás. Miró a su compañera, que sonreía—
. ¿De acuerdo?
Kai había estado todo el rato agarrado al pelo de la española para no caerse y, aunque al principio estaba asustado, ahora se podía ver que había disfrutado con esa carrera. En esos momentos se encontraba en el hombro de Dana, con los ojos cerrados, cansado por todo el movimiento, aunque probablemente no podría dormir hasta que terminaran con todas las tareas programadas para aquel día. El otro dúo se miró, pensando si era una buena idea.
—
Claro, amigo. ¡Anímate y demuestra de lo que somos capaces! —apoyó Monodramon.
—
Recuerda lo que te he dicho: mostraos seguros de vosotros mismos para que se den cuenta de quién manda —añadió la mayor—.
Yo me ocuparé de vigilar los que están aquí para que empiecen con las flexiones.
—
Todos ellos deberían lavarse los dientes —Dana soltó una carcajada al escuchar esa frase de Arbormon. Light alzó una ceja, sin saber muy bien si ofenderse o quedarse sin decir nada. Entonces vio como BlackAgumon miraba hacia un lado invisible y negaba con la cabeza. Dana movió la mano, restándole importancia y pidió disculpas—
. Es un tema serio.
Sin nada más que acotar, Dana y BlackAgumon se dividieron para buscar en toda la cancha e incluso dentro de la Academia, pues seguramente algunos habían tenido la idea de ir a la cafetería para tomarse un refresco y descansar durante el resto del día. Dana fue la que se encargó de ello, dejando a su compañero por ahí. El virus respiró hondo para escuchar mejor, sorprendiéndose por los gritos que oía de Light: era evidente que la chica tenía mano dura a la hora de comportarse de la misma manera como, seguramente, se habían comportado con ella cuando estaba entrenando para ser lo que era ahora.
Finalmente encontró a un grupo de digimon comiendo algo, recostados en la sombra y riendo. Sus compañeros humanos, como era obvio, se encontraban cerca, tecleando en el D-Terminal y chupando un caramelo que movían con la lengua. BlackAgumon suspiró. Conocía a Dana de hacía ya, bastante, y se había asombrado por su forma de ver el mundo, siempre corriendo y sonriendo. Por eso, ahora, cuando veía a tamers tan perezosos, no comprendía cómo podrían defender el Digimundo o protegerse ellos mismos. Se armó de valor y se acercó haciéndose escuchar con sus pasos. Todos levantaron la cabeza y lo observaron durante unos segundos, pero al instante volvieron a sus juegos, como si les diera igual la presencia del reptil.
—
¡Tenéis… Tenéis que volver con los demás! —habló en voz alta BlackAgumon, recordando las palabras de Light y los ánimos de Monodramon—
. ¡Dejad de jugar y regresad, es hora de hacer flexiones!
Los humanos ni prestaron atención, se limitaron hacer una señal con los dedos a sus camaradas digitales. Éstas sacaron la lengua a BlackAgumon y se echaron a reír, dejando claro que no se iban a levantar por mucho que lo pidiese. El dinosaurio negro se enfadó un poco de que no le tomaran en serio.
—
¡No estoy para bromas! ¡Id ahora mismo con el resto sin protestar!
Finalmente los digimon se levantaron, para alegría de BlackAgumon. Al menos eso pensó él, porque los dos Veemon se acercaron a él y le pegaron un empujón, tirándolo al suelo. Realmente la fuerza de ellos no se comparaba con la del dinosaurio, que había entrenado mucho más para ser mejor digimon, pero ellos eran más y por eso el golpe había conseguido derribarlo. El virus intentó no montar escándalo y se incorporó, poniendo las garras hacia delante.
—
Si podéis hacer eso, también deberíais volver para continuar con el entrenamiento —dijo, intentando no pelear contra ellos. Lo mejor era convencerlos con el diálogo.
—
¿Y qué pasa si no queremos? ¿Nos vas a obligar? —Espetó uno de los Veemon, cruzando una mirada con su amigo de la misma especie, el cual lo secundó con una risotada—
. Por favor, te hemos visto. Eres un vago obligado por una humana. Deja de hacerle caso y vive tu vida, perdedor.
—
No lo diré una vez más: regresad —BlackAgumon estaba perdiendo la paciencia.
—
De acuerdo, de acuerdo, no vaya a ser que se enfade —El digimon azul expresó sarcasmo en sus palabras y levantó la mano para propinarle un puñetazo al dinosaurio.
No obstante, algo lo detuvo. BlackAgumon se iluminó y cegó momentáneamente a los digimon, junto a sus compañeros humanos que estaban alucinando. El virus creció considerablemente, convirtiéndose en un dinosaurio azul con franjas azules y unos interesantes cuernos que decoraban su cabeza. Su aspecto ya no era el de un reptil oscuro amable, ahora estaba enojado. Sus ojos amarillos brillaron e hizo mover su cola para que chocara contra el suelo, logrando un rostro de terror por parte de todos.
—
Bien, BlackGreymon, no es necesario intimidarles tanto —sonrió Dana, apareciendo desde atrás con el D-Arc en la mano. La muchacha acarició la pata del dinosaurio y se dirigió directamente a los muchachos y a esos digimon molestos—
. Él no es peligroso, pero vosotros sois unos bocazas que realmente os merecéis una reprimenda. ¡Regresad ahora mismo al entrenamiento o lo haré yo misma, y puedo llegar a ser mucho peor que BlackGreymon!
—
Has repetido la misma frase que acabas de escuchar de Light…
Dana se puso un dedo en los labios indicando que guardara silencio, aunque nadie podía escuchar ni ver a Arbormon. La muchacha dio unas palmadas y todos salieron corriendo junto a los que ella había encontrado en la cafetería. El dinosaurio regresó a su etapa anterior y le agradeció a Dana que hubiera llegado tan pronto.
—
Somos un equipo, ¿no? Arbormon me comentó que estaba escuchando tu voz y enseguida me acerqué. Eso sí… —le colocó una mano en la cabeza—
, estoy muy segura de que podrías haberlos intimidado con una simple bola de fuego.
El DigiGnome voló hasta detrás de BlackAgumon, curioso y tocó con su mano una parte de la espalda del dinosaurio. El reptil hizo una mueca de dolor y entonces imaginó que había sido debido a la caída. En realidad era sólo un pequeño rasguño que no había notado hasta ahora. Kai cerró los ojos y se concentró, curándolo por completo. Una sensación dulce recorrió el cuerpo de BlackAgumon.
—
Gracias, Kai.
La criatura expresó su felicidad al ver bien a BlackAgumon y se posó en su cabeza, cerrando los ojos para tratar de descansar. Al regresar, Light estaba castigando a los que se habían marchado con el doble de flexiones, junto a abdominales y algunas carreras que estaban vigiladas por Monodramon. La muchacha preguntó a la española qué había sucedido, pues había visto la figura de BlackGreymon desde allí.
—
Se quisieron pasar de listos, es todo. ¿Ahora qué hacemos?
—
Esto está a punto de terminar. Charles me ha dicho que en la zona derecha de la cancha hay unas ruedas puestas para usarlas. Iremos hasta allá para que corran un poco. Y creo que para terminar es subir por una cuerda, pero se me ocurrirá algo para que estas bolas de grasa completen un entrenamiento bien duro —Era la primera vez que Dana veía así a Light y no pudo evitar reír.
—
Podríamos hacer un circuito —opinó la española.
—
Es buena idea —aceptó la americana—
. ¡Venga, más deprisa, que lo que estáis haciendo lo puede hacer un niño de cinco años!
Dana se unió al entrenamiento de flexiones para animar a los muchachos, sin embargo, pronto se dio cuenta que eso le costaba un poco más. No obstante, no se rindió, y empezó a hacerlo sudando al instante. Light dio su propio ejemplo, moviéndose tan rápido que los humanos —y digimon— se preguntaron qué clase de entrenamiento habría recibido para ser así.
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¡Antes de ir a las ruedas me vais a dar una vuelta completa! ¡Venga, venga! —ordenó Light, sacando su iC y haciendo evolucionar a Monodramon—
. ¡El que consiga superar en la carrera a mi compañero podrá tener un descanso de cinco minutos!
Aquel reto consiguió que se tomaran la carrera con más ganas. Raptordramon se reía de sus intentos inútiles de alcanzarlo, pues era veloz y a él le encantaba también la competición. BlackAgumon iba detrás vigilando a todos y Dana alzaba los brazos en mitad de todos ellos, riendo y a veces silbando. La sargento Light gritaba desde su puesto, mirando a los que iban más lentos y haciendo que prosiguieran a un mejor ritmo.
Claire.