Capítulo III (XVIII) – En las buenas y malas
Desde nuestra llegada al sitio abandonado habían transcurrido unas veinte horas sin que ocurriera nada interesante más que solo pasar la noche. Era una mañana lluviosa sin señales de detenerse pronto…
Habíamos logrado obtener algunos materiales para hacer una cubierta improvisada de plásticos a modo de protección personal para cada uno; enfermarse en momentos como estos seria la peor situación sin contar el de recibir una mordida.
Algo me inquietaba desde hace rato y era aquella gran valija rectangular que cargaba mi hermano.
Sentía curiosidad de su contenido, jamás había visto a Ryoken encontrarse tan apegado a algo… incluso era esquivo a preguntas. A pesar de ello, una vez mencionó algo sobre contener un recuerdo importante de quien veló por su seguridad hace unos meses.
“Querida hermana mía, tenemos nuestras capas infernales listas para nuestra protección contra este diluvio a ma-”
“Ya te escuché, deja tus delirios para otro instante. Recuerda las enseñanzas de Papá; puedes esconderte si eres silenciado por la lluvia”
“…”
“Lo siento si perdí la cabeza, no era mi intención mi pequeño heraldo… es solo… hay muchas cosas que sigo sin procesar”
“Tranquila, puedo comprender lo que sientes de alguna forma. No te tardes, de lo contrario tomare la delantera superando tu ventaja natural”
Parece ser que la semilla no cayó lejos del árbol, me avergoncé bastante por su broma picaresca… quería golpearlo con toda mi fuerza. Aun así, me ayudó a no darle tantas vueltas a cada pensamiento facilitando el mantener despejada la cabeza.
Tomamos nuestros bolsos con extras encontrados durante el día anterior, hasta la gata contaba ahora con algo para cargar algunas utilidades pequeñas.
Algunos cuchillos carniceros los manteníamos al alcance de la mano a su vez que había amarrado uno en el extremo de la Naginata en lo posible para tener algo con que cortar a distancia.
Camino a la salida, utilizamos una escalera que encontramos en una de las bodegas para repetir parte del proceso de entrada. Luego de saltar, percibimos algunos muertos merodeando cerca, aunque parecían encontrarse desorientados ignorando nuestra presencia.
Un golpe de suerte a favor, el cual aprovechamos en todo momento… unas cuantas veces tuvimos enfrentamientos directos y en otras solo debimos huir.
“Yuuki, retrocede…”
“¿Por qué dices eso ahora? Debemos continuar ahora que no nos detectan”
“Ese es el problema, algo nos está persiguiendo y dudo sea para saludar”
“¡Ryoken… tu cara esta roja! ¡Espera! ¡Acaso es…!”
“¡No importa! vamos por otro lado ¡rápido!”
“¡P-pero!
“¡VAMONOS!”
Mi intuición era correcta, desde anoche se estuvo conteniendo el dolor en sus oídos ante los sonidos ambientales. Debí tomar cartas en el asunto desde el primer momento… quería hacer mejor mi labor como hermana mayor, sin embargo, aquí estaba sin nada que poder hacer.
Una sonrisa algo arrogante esbozaba mientras me miraba, comprendía a la perfección las palabras existentes en su cabeza en estos instantes.
“Eres astuto señor del caos andante, es tranquilizador además de tierno de tu parte que te preocupes por mi”
“Por su puesto mi querida maestra y hermana! Crecimos juntos aprendiendo el uno del otro. Aun si esta fuera una maldición, no me arrepiento el tolerar aquel zumbido en mis tímpanos si logramos escapar”
“Cierto… ¿De qué estamos escapando?
Aquella respuesta parecía ser una broma sin sentido, no eran muertos ni personas… considere hasta la posibilidad de creer que sería ese mismo “Reanimado” del otro día.
Nos detuvimos a mitad de un largo pasaje sin acceso a nada, nos tenían rodeados. Un aullido anuncio su entrada… una manada de lobos eran los que estuvieron tras nosotros en todo momento.
Eran cerca de quince a simple vista, siendo dos o tres que parecían tener algo extraño al gruñir o aullar según palabras de mi hermano.
Carecíamos en esta situación de planes al respecto… estábamos en momentos difíciles donde no sabíamos que hacer. Fue ahí donde un contenedor de basura cercano era la única opción.
“¡¿De verdad no tenemos de otra?!”
“¡Solo entra hombre! ¡No quiero ensuciarme y menos quedar con olor a basura!
“Ojalá que esto aguante sus golpes”
Estábamos encerrados envueltos en plena oscuridad, el retumbe de sus incesantes ataques intimidaba sin cesar. Aquella agresividad era abrumadora… nos sentíamos similar a un par de roedores rogando dejar el interés de su cazador.
Varios minutos transcurrían pareciendo horas que jamás terminarían. Estar dentro era asfixiante, me sofocaba el calor dentro del contenedor, quería abrir un poco que fuera para obtener una brisa de aire fresco.
“Tranquila, sé que es desesperante. Ellos esperan que alguno se asome para intentar entrar”
“Lo sé, es horrible la verdad… quiero salir… no quiero…
“Perdón, olvide que tienes miedo a la oscuridad. Todo va a estar bien, ya vamos a salir”
Sentía como sujetaba una de mis manos, era una sensación un poco cálida dado que él siempre fue de baja temperatura.
Recuerdos de niñez venían a nosotros… algunas noches donde nos acompañamos, otra ocasión la cual un perro quería atacarnos y Papá termino atemorizando al animal en frente de sus propios compañeros de trabajo.
Poco a poco, el ambiente comenzaba a tornarse silencioso… pareciera haber cesado la cacería. Solo se percibía el caer del agua incesantemente.
“¿Crees que sigan ahí?”
“Pensaras que estoy loco, pero sobre nosotros estoy seguro de que son dos. Es más, puedo oír como mueven de forma leve las garras o golpean con la cola contra el metal”
“Voy a matar a quien fuera su dueño… seguro escaparon de algún zoológico”
“También los matare por esto, si están muertos, solo los rematamos”
Ocasionalmente golpeábamos desde nuestra posición a ver si existía reacción de nuestros cazadores. Al inicio arremetían con extrema violencia haciendo pensar que en realidad atravesarían el metal, pero a medida se repetía el proceso, reducían las revoluciones perdiendo interés.
Estábamos claros que esto era una pelea de voluntad, aquellos que cedieran, perdían todo. Solo debíamos tolerar, mantener la paciencia y cordura hasta ganar.
Desconocíamos cuantos minutos u horas había pasado al entrar en el contenedor de basura… si percibía que mi hermano dormía apoyado a un costado mío, mientras poco a poco yo estaba cabeceando para caer como él.
Fue aquel instante, algo nos hizo saltar del susto… algo o alguien estaba golpeando con suma violencia de frente al contenedor, no cesaba en su ritmo o fuerza. Entramos en alerta buscando una linterna obtenida de la escuela, nuestra sorpresa fue tal tras encenderla cuando vimos los abollones considerables realizados… que clase de demonio era ese.
“Es uno de ellos… incluso con los audífonos puestos, puedo percibir el mismo sonido que un canino al gruñirle a quien este por delante”
“¡¿N-No debería ser capaz de hacer algo como eso?!”
“¡¿Q-Que quieres que diga?! ¡Y-Yo tampoco he vivido antes un Apocalipsis Zombi!”
Rogaba por un milagro, lo que fuera… aceptaría cualquier cosa si ello permitía salvar a mis hermanos.
Estábamos aferrados el uno al otro, sin otras opciones por una pequeña chispa de esperanza. Por primera vez, quería ver a esa aberración del otro día limpiar esta zona para solo huir tan rápido como nos fuera posible.
“Mantén el silencio Yuuki, parece que algo más está por ahí”
Varios segundos después de sus palabras, oímos el frenar con derrape de un vehículo. Sin embargo, solo una voz masculina se percibió con bastante presencia.
“Lo que faltaba… una manada de pulgosos mayor a las del centro comercial. ¡Tu quédate ahí costal de huesos!”
“¡AAAH! ¡Eso fue increíble! ¿Cómo lo hiciste?”
Algo parecía haber sido azotado con bastante odio. Según relataba Ryo, aquel animal que yacía tendido gemía de agonía.
Otra voz adicional también era apreciable, ninguna resultaba familiar. No sabíamos si el peligro afuera empeoraba o teníamos ahora una oportunidad de escapar.
“¡Sera mejor largarnos de aquí! ¡Nunca nos atraparan con vida cachorritos!”
Aquel sonido de quemar ruedas pareciera intentar provocar a los lobos, los cuales terminaron por caer en su juego persiguiendo a esas personas.
Ese hombre parecía ser bastante arrogante por su actuar, nadie en su sano juicio tendría una pizca de osadía para enfrentarse, así como así a cualquier muerto esperando salir ileso, sobre todo cuando vas en compañía de algún niño o niña.
Dejando de lado lo reciente, nos asomamos con cautela a ver si no quedaba ningún animal a la vista.
“¡Ahora es el momento, vámonos de aquí!
“¡Te sigo maestra mía hasta los confines del infierno si es necesario!”
“Solo por esta vez no diré nada…”
“Continuemos recorriendo Hiratsuka, seguro los encontraremos en algún momento”
La mayor interrogante venia ahora ¿Dónde debíamos ir si queríamos encontrarlos?... Conforme se alzaba la noche, seguíamos sin respuestas y tampoco donde refugiarnos.
Había varios “Reanimados” en el sector… que podíamos hacer para evitarlos…
Una oportunidad se presento frente a ambos, un edificio donde podríamos hacer que pierdan el rastro aun si ello implicaba aumentar el riesgo de ser atacados.
Fuimos abriendo paso a golpes con lo que tuviéramos en mano, desde mi arma hasta palos y tubos metálicos, hasta juegos de cuchillos de ser necesarios. Mientras más nos aproximábamos, menos recursos iban quedando por quedarse atascados, romperse o simplemente estar inutilizables.
Solo unos metros nos separaban de llegar a la meta, a plena noche lluviosa contando con la luna de testigo fue cuando él rebelo su anhelado tesoro.
“No quería usar aquella reliquia, pero veo no me dejan opciones. ¡Tu historia será contada a través del fuego emitido por el poder que me heredaste viejo!”
“¡Que diablos fueron esos disparos! ¡¿Espera?! ¡¿De dónde sacaste eso?!”
“¿Te gusta? Es una Steyr Scout que mi salvador entrego en su lecho de muerte. Aun debo practicar bastante, pero descuida que jamás te atinare maestra mía”
“¡Acabas de hacer volar un mechón de mi cabello y quieres que este tranquila!”
Ya era oficial… no sabía quién me volvería loca en estos momentos. Varios de sus disparos pasaban cerca causando psicosis interna de si podría acabar en cualquier momento con algún agujero o peor, ¡una cicatriz imborrable!
La potencia de cada impacto estaba haciéndolos retroceder o tumbándolos conforme nos estábamos acercando al blanco.
“Ahí esta la entrada, ahora debemos asegurarnos de subir con cuidado”
“…”
“¿R-Ryoken?”
¡No podía verlo por ningún lugar! Intente volver, pero fue imposible. Tras subir a ver si desde alguna altura mayor podría encontrarlo, acabo de la misma forma; no estaba a la vista… desapareció de la nada, sin dejar rastro.
Miles de pensamientos venían a mi cabeza, desde los peores escenarios hasta los mejores. Creí en un momento verme superada hasta sentir una mordida en una de mis manos… al notar a Tama siendo la culpable, pude relajarme de a poco.
*Maullidos de gata*
“Es verdad, debo confiar que nos volveremos a encontrar. Cuando iba a pensar sobre ser salvada por un animal… los humanos aún tenemos bastante que aprender. Vamos por ahora a ver nos quedaremos esta noche”
Recorrimos el segundo nivel esperando encontrar algún departamento libre, entre varios cerrados con llave, uno poseía una llave puesta.
Era sospechosamente conveniente e inclusive con todo el nivel despejado. Asegure la amarra del cuchillo en uno de los extremos de la Naginata, empuñe con firmeza preparada para atacar si algo saltaba en defensa propia.
Todo el cuerpo comenzaba a pesarme después de lo vivido en un solo día, solo una pizca de esfuerzo… solo una pizca.
“Ningún ruido desde a dentro, tampoco pareciera haber luces encendidas”
Giré aquella llave con suma precaución ante cualquier duda, abría lentamente la puerta asomando mi cabeza para observar y corroborar después que no había nadie.
Era un apartamento pequeño para una sola persona. Contaba con cama, baño, cocina y todo lo que puedes esperar.
“Al fin podre pasar una noche como corresponde, ya estaba cansada de futones o camas americanas improvisadas”
¡Sentía estar en pleno paraíso! ¡una ducha caliente! ¡ropas para dormir limpias! ¡dejar lavando las prendas propias! ¡y lo mejor de todo, implementos para preparar comida deliciosa!
“Hoy cenaremos como reinas Tama, pero…”
*Maullidos de molestia*
“Lo sé… prometí confiar que volveríamos a encontrarnos”
Desempaque tras cerrar la puerta con seguro, procedí iniciando por el baño y luego el cocinar. A ratos solía perderme entre pensamientos sin darme cuenta que algo sonaba cerca, con interferencia uno de los radio transmisores captó una señal… una voz conocida estaba al otro lado.
“¡E-Esa voz!”
Busque sin cesar por donde se ajusta de mejor forma, dando con claridad aun si fue por cosa de segundos.
“Lamento decirte esto maestra, pero otra vez el cruel destino ha divido nuestros caminos. Para desdicha de este, soy alguien que esta condenado a no morir a causa de mi maldición”
“¡I-Idiota! ¡N-No tienes idea de lo preocupada que estaba cuando te perdí de vista! ¡Me alegro saber que están vivo!”
“Estaba desesperado luego de perderme otra vez, no por mi… sino por ti, temía hicieras alguna estupidez. Ahora puedo seguir tranquilo a cumplir con mi misión”
“¡Espera! ¡Dime donde te encuentras!”
Se había cortado la comunicación por una de las partes.
Un lado mío quería llorar, otro estaba tranquilo de saber que estaba vivo. Tras eso, logre continuar en el resto de las cosas que debía hacer.
Terminar de cocinas, cenar, guardar parte de la comida en el refrigerador, buscar ropa de dormir adecuada entre la que había; siendo solo prendas masculinas cuyas tallas superaban bastante las que uso.
“Ahora que veo la cama por otro lado, está limpia y ordenada, mmm… esta suavidad es exquisita, muy acogedora… pareciera que quien durmiera aquí, emitiera energías positivas… incluso… no puedo… mante… nerme… despierta…”
Varias horas pasaron hasta el alzamiento del día por sobre la noche. Dormía muy placida sin querer levantarme, hasta ese instante donde golpeaban la puerta como si fueran a derribarla.
“¡¿Q-Quien está por ahí?!
Salte similar a Tama cuando se asusta, con suerte tenia algo en mis manos sin identificar que era. Alguien intentaba entrar, no sabía que pasaría a partir de este momento. Por si fuera poco, la gata estaba engrifada en posición lista para atacar.
Una voz se escucho cuando fue abierta la puerta.
“Debí suponerlo, dejé las llaves dentro. Por cierto, deja de cargarlo un rato… lo que menos quiero es que termine trepando sobre mi para estar tranquilo”
“¡Entendido! ¡Aunque me gusta sentir su pelaje siendo sincera!”
Autor: Ronin
Coautor: Byleth
Última edición: