A partir de ese momento se dedicaron exclusivamente a buscar a digimon o tamers que estuvieran todavía en el bosque, asustados, sin comprender cómo había pasado eso de repente. La gran mayoría había decidido esconderse al escuchar los gritos del dragón esmeralda que, enfurecido, había hecho destrozos, derribando troncos y haciendo arder gran parte de las zonas, las cuales estaban siendo las más peligrosas. Dana y Quillan todavía pensaban la manera de rescatar a todos para no molestar a Yuunagi. Seguramente el hombre estaría demasiado ocupado en esos momentos mientras que su digimon azulado se encargaba del Coredramon.
Afuera del bosque habían montado un pequeño campamento para sanar a los más heridos. Acababan de llegar dos Angemon y algunos Cutemon para tratar de curar a los más débiles. La cosa había ocurrido tan rápidamente que todavía era confuso y tocaba esperar a la llegada de los médicos para que pudieran llevarse a todos los heridos. Mientras tanto, el cuarteto, o quinteto… Dana no sabía muy bien cómo nombrar a su equipo, ya que Arbormon sólo lo veían ella y BlackAgumon, se encargaba de entrar y salir, pues a muchos digimon se les dificultaba regresar por no poder caminar. Era entonces cuando ellos lo llevaban en la espalda —según el tamaño— o lo portaban entre los digimon si se trataba de una criatura digital más pequeña. No obstante, el trabajo al principio no se hizo muy duro porque se dividían el peso, lo que hizo que cogieran confianza y buscaran más adentro, donde el destrozo era mucho más notorio.
A la española le hubiera gustado dejar a Kai con los de afuera para que ayudara con sus habilidades de sanación, pero la criatura blanca no se atrevía a quedarse con unos completos desconocidos; más que nada por la presencia de humanos que estaban con sus camaradas digitales. La chica lo comprendió y no insistió, ya que si lo llevaba con ella también podría curar a los que se encontraran.
Caminaban por el bosque, cortando ramas y agachándose cuando era necesario. Intentado escuchar los gritos de algún digimon o humano que estuviera atrapado, porque ellos podrían encontrarlos por casualidad, pero había otros que estarían muy bien escondidos y era más complicados de divisar. Por lo tanto, iban por los sitios gritando e intentado no molestar a Yuunagi.
—
Podríamos separarnos —opinó Dana, pasándose una mano por la frente debido al calor y al humo que se levantaba—
. Así ampliaremos la búsqueda.
—
No es una buena opción —replicó BlackAgumon de inmediato—
. No sabemos qué nos puede pasar y unidos nos podemos ayudar en caso de que ocurra algo inesperado.
La castaña hizo una mueca, pensativa. Tras unos segundos de reflexión terminó por asentir. Quillan se paró en seco, frunciendo el ceño.
—
¿Has escuchado algo? —preguntó el diablillo morado, mirando hacia arriba.
El muchacho pidió silencio y se concentró, agudizando el oído. Pero en aquella ocasión no fue el único en oír los llantos de alguien cercano. De inmediato todos se pusieron en marcha, dejándose llevar por esas voces lastimeras. Finalmente, y apartando varias ramas, se encontraron con un pequeño grupo de Gabumon que intentaban levantar varios troncos caídos y, debajo de ellos, con el cuerpo mitad fuera y mitad dentro, había otro de su misma especie. Todos se giraron al ver como dos humanos con sus compañeros acababan de aparecer y, dándose cuenta que no venían para dar problemas, pidieron ayuda, suplicando y llorando.
—
¡Por favor, sacad a nuestro amigo de aquí! —Imploró uno, rindiéndose porque era incapaz de mover el tronco; su fuerza no era suficiente para aquella labor—
. No queremos que el dragón venga a por nosotros…
—
Es un peligro —agregó el otro—
. Pasó volando y destrozó todo lo que tenía por delante. ¡Maldito monstruo sin cerebro!
—
No os preocupéis —dijo Dana, calmando la situación—
. Uno de los nuestros se está ocupando de Coredramon ahora mismo, por lo que estáis a salvo. Os ayudaremos —se acercó hasta el que estaba atrapado, inclinándose y tocando su cabeza con mucha delicadeza—
. ¿Tienes alguna parte herida?
El digimon asintió, adolorido. No parecía que su cabeza estuviera mal y con sus garras trataba de arrastrarse hacia delante, en un intento inútil de salir.
—
Es la pata derecha —susurró, haciendo una mueca de dolor—
. No la puedo mover y… —cerró los ojos—
, creo que…
No pudo continuar. Dana entendió que no quería decir en voz alta lo que tenía en mente, que muy posiblemente no podría utilizarla. Los otros dos amigos del Gabumon juntaron las garras, preocupados, apoyando a su compañero con palabras de ánimo.
—
¿Kai podría curarle? —curioseó Quillan, con las manos en los bolsillos y mordiéndose el labio inferior.
—
No —contestó Dana, soltando un suspiro—
. Es una herida grave. No obstante, ahora centrémonos en sacarlo de ahí y llevarlo hasta afuera, donde lo atenderán hasta que vengan los demás.
—
¿Cómo lo haremos? —Inquirió Impmon—
. Quizá entre todos…
La española negó con la cabeza y sacó su dispositivo e hizo evolucionar a BlackAgumon. Los demás se alejaron para que él pudiera encargarse del asunto sin problemas, puesto que con la fuerza que acababa de recibir como Adult y su tamaño, levantar unos troncos no sería difícil para él. El dinosaurio azulado empezó a apartar los troncos uno a uno, apoyando las garras para hacer presión y tirándolos a un lado, incluso usó su cola para que fuera más sencillo.
[…]
Yuunagi continuaba frenando al Coredramon para que no siguiera con su escándalo. Conocía a esos dragones esmeralda y su gran fuerza de destrucción, por lo tanto estaba teniendo mucho cuidado a la hora de darle instrucciones a su camarada azulado. Seguía con su semblante serio y centrado, observando los movimientos del otro digimon y escuchando los llantos de los demás. Había hecho bien en pedir que otros tamers vinieran para evacuar, puesto que él debía estar allí, peleando, intentado calmar al nervioso dragón.
ExVeemon detuvo un coletazo a duras penas, batiendo sus alas y juntando los brazos para reunir energía en su pecho y, finalmente, abriéndolos, expulsó un ataque en forma de X que se estrelló en el cuerpo del Coredramon, el cual rugió y voló hacia arriba.
—
¡No dejes que escape! —gritó Yuunagi, viendo las intenciones del Coredramon.
[…]
El grito del dragón llegó hasta ellos, alarmándolos: pues se había oído demasiado cerca. Dana miró a sus compañeros de inmediato y subieron a Gabumon para que Quillan lo llevara; si el furioso digimon los alcanzaba, sería el final para esos Rookie. Dana estaría detrás para soportar también el peso del Gabumon, porque habían tenido la idea de que BlackGreymon corriera bajo esa forma, pero llamaría demasiado la atención y era algo que querían evitar, además de que podría asustar al resto y no era lo más adecuado.
Iban a empezar ya a correr cuando escucharon otro llanto, de otros digimon pidiendo auxilio. Quillan y la española intercambiaron una mirada.
—
Yo iré —decidió Dana—
. Lleva a todos al campamento de afuera y espera a que yo regrese.
—
¿Estarás bien? —murmuró Impmon, preocupado.
—
Yo la protegeré —prometió BlackAgumon, con una garra en el pecho y, detrás de Dana, un Guerrero de la Madera hacía el mismo movimiento, aunque eso sólo fue visto por ellos dos.
—
Tened cuidado —pidió Quillan, reuniendo valor y energía para poder cargar a Gabumon.