Merinare
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Disclaimer: Pokémon y sus personajes no me pertenecen.
Clasificación: Rated M (+16) - No recomendado para menores de 16 años.
Personajes: Ash, Lillie, Gladion, Serena.
Género: Misterio, Romance, Acción.
Para futuras referencias, la historia se sitúa 5 años después de XY y es canon a la serie.
Clasificación: Rated M (+16) - No recomendado para menores de 16 años.
Personajes: Ash, Lillie, Gladion, Serena.
Género: Misterio, Romance, Acción.
EL DESPERTAR
PRÓLOGO: Aether, el nuevo paraíso
Gladion
El pensamiento de aquella misteriosa esfera redondeada daba vueltas en mi cabeza, tan intensamente que me impedía seguir la conversación que estaba teniendo con mis amigos, juntos como cada sábado en un bar, antes de salir a bailar por ahí.
Sabía que ahí dentro había un Pokémon. Mis superiores me lo habían dicho, pero deberíamos esperar hasta el inicio de una nueva semana para saber cuál sería. Mientras tanto, debíamos cuidarlo como si la vida nos fuera en ello.
¿Cuál me habrá tocado a mí, y a mis cinco amigos? ¿Tendrían el potencial de defenderme de aquella misteriosa secta, o serían una especie de mascotas, como un Pikachu o un Eevee? Sólo el tiempo lo diría. Mientras tanto, sólo quedaba esperar...
O quizás no. Sentado en la barra, y luego de mirar hacia todos lados, saqué la Pokéball de mi bolsillo. Era tan pequeña como una canica, y no tenía indicios de llevar algo en su interior. Sabía que si apretaba el botón central ésta se agrandaría, y nos habían dado órdenes explícitas de mantenerlas escondidas y a salvo. En su lugar la agité un poco, e inmediatamente escuché las risas de mis compañeros, sentados del otro lado de la mesa.. Malpensados...
—¡Guarda eso, antes de que te la vean!— dijo uno de mis amigos a mi lado, Hau, ocasionando aún más risas.
—Relájate, el bar está vacío a excepción de nosotros. Y nadie nos está prestando atención de todas formas.
Luego de dudarlo un momento, el también sacó la suya de su cinturón, y la observó por largo rato. Si tan sólo pudiéramos ver lo que hay dentro de ellas... Todo sería mucho más simple para nosotros.
Una voz del otro lado de la barra nos sacó de nuestros pensamientos. Al parecer, uno de mis amigos había escuchado de una discoteca llamada Oricorio, y estaba ansioso por ir.
—¿No es eso el nombre de uno de esos ridículos Pokémon bailarines?— pregunté extrañado.
— Exacto— respondió el otro con excitación—. A lo mejor conocemos a alguien importante allí. ¡Quién sabe!
Caminamos unas cinco manzanas hasta llegar al lugar, que estaba abarrotado de gente a más no poder. Dando un par de vueltas por el perímetro del local, intentando buscar una alternativa a la fila de más de ochenta metros que se estaba formando, hasta que encontramos la solución. Un solo guardia de seguridad, con un extraño símbolo en forma de “S” estampada en su uniforme de color negro.
—Déjenmelo a mí— susurró Hau, y se acercó al guardia.
Este lo miró con cara de pocos amigos, mientras mi amigo le decía algo al oído, nos señalaba, y finalmente, le mostraba disimuladamente la Pokéball que llevaba en la cintura. El efecto fue inmediato. El guardia se hizo a un lado, y nos dejó el paso con una sonrisa. Fue tal la capacidad de convicción de Hau, que ni siquiera tuvimos que pagar las entradas: nos dejaron entrar directamente.
El lugar era como cualquier discoteca, lleno de gente y con la música a todo volumen. Apenas nos escuchábamos los unos a los otros, mientras nos abríamos paso hacia la pista de baile, felicitando a Hau por su espectacular actuación.
— ¿Cómo rayos has sabido que ese tipo era de los nuestros?— le pregunté a los gritos, por encima de la música.
— ¡Por el símbolo de la camiseta! Está por todos lados, no me digas que tu no lo has visto también...—alcancé a oír. —¿Verdad que soy un genio? —se mofó, y fijó sus ojos en un grupo de chicas que bailaban cerca.
Me dediqué a mirar con desdén cómo Hau se acercaba a ellas, cuando de repente una de ellas se acercó a mí. Miré hacia abajo con un poco de nerviosismo, sin embargo, hice de tripas corazón y decidí invitarla a bailar un rato, comenzando con la pregunta más obvia del mundo.
—¿Cómo te llam-? —pregunté levantando la vista, sin embargo la chica ya no estaba por ningún lado.
En su lugar se encontraba Hau, que me tomó del brazo apresuradamente. Me resistí un poco, pensando que trataba de gastarme una broma, hasta que vi su cara, pálida como el cemento.
—Debemos salir de aquí. ¡DEBEMOS SALIR DE AQUÍ AHORA MISMO!
Perplejo, traté de calmarlo y preguntarle qué demonios estaba pasando, pero ya era muy tarde. Pude observar como éramos acorralados rápidamente por un grupo de hombres corpulentos, que sujetaron al mismo tiempo a todos mis amigos de los brazos, inmovilizándolos. A todos menos a mí. ¿Por qué? La respuesta fue simple. El enorme grupo de chicas obstaculizaba al último guardia, y no le permitían alcanzarme. Me giré petrificado a ver a mis amigos, y mis ojos encontraron los de Hau, que estaban desorbitados por el pánico. Esa mirada sólo quería decir una cosa.
"CORRE".
Empujé con fuerza al grupo de chicas, que empezaron a gritar escandalizadas, y comencé a abrirme paso a los tropezones, mientras notaba como todos los ojos se posaban sobre mí. Luego de un minuto de pánico, llegué a la salida. Pude ver como el guardia de la entrada me miraba, sorprendido, y trataba de atraparme.
Sin embargo, la dosis de adrenalina era muy fuerte, por lo que instintivamente lo esquivé agachándome por debajo de su brazo, y di un salto por encima de la barrera de contención de la discoteca. Caí en la acera estrepitosamente, por la que no pasaba ningún auto, y me deslicé por el primer callejón que vi.
Sintiendo el calor de la sangre en mis manos al haberse despellejado en la acera, lo entendí.
Supe que tan buscados eran aquellos artefactos como el que llevaba en el cinturón.
Lo increíblemente peligroso que era...
...tener un Pokémon en tu poder.
Sabía que ahí dentro había un Pokémon. Mis superiores me lo habían dicho, pero deberíamos esperar hasta el inicio de una nueva semana para saber cuál sería. Mientras tanto, debíamos cuidarlo como si la vida nos fuera en ello.
¿Cuál me habrá tocado a mí, y a mis cinco amigos? ¿Tendrían el potencial de defenderme de aquella misteriosa secta, o serían una especie de mascotas, como un Pikachu o un Eevee? Sólo el tiempo lo diría. Mientras tanto, sólo quedaba esperar...
O quizás no. Sentado en la barra, y luego de mirar hacia todos lados, saqué la Pokéball de mi bolsillo. Era tan pequeña como una canica, y no tenía indicios de llevar algo en su interior. Sabía que si apretaba el botón central ésta se agrandaría, y nos habían dado órdenes explícitas de mantenerlas escondidas y a salvo. En su lugar la agité un poco, e inmediatamente escuché las risas de mis compañeros, sentados del otro lado de la mesa.. Malpensados...
—¡Guarda eso, antes de que te la vean!— dijo uno de mis amigos a mi lado, Hau, ocasionando aún más risas.
—Relájate, el bar está vacío a excepción de nosotros. Y nadie nos está prestando atención de todas formas.
Luego de dudarlo un momento, el también sacó la suya de su cinturón, y la observó por largo rato. Si tan sólo pudiéramos ver lo que hay dentro de ellas... Todo sería mucho más simple para nosotros.
Una voz del otro lado de la barra nos sacó de nuestros pensamientos. Al parecer, uno de mis amigos había escuchado de una discoteca llamada Oricorio, y estaba ansioso por ir.
—¿No es eso el nombre de uno de esos ridículos Pokémon bailarines?— pregunté extrañado.
— Exacto— respondió el otro con excitación—. A lo mejor conocemos a alguien importante allí. ¡Quién sabe!
Caminamos unas cinco manzanas hasta llegar al lugar, que estaba abarrotado de gente a más no poder. Dando un par de vueltas por el perímetro del local, intentando buscar una alternativa a la fila de más de ochenta metros que se estaba formando, hasta que encontramos la solución. Un solo guardia de seguridad, con un extraño símbolo en forma de “S” estampada en su uniforme de color negro.
—Déjenmelo a mí— susurró Hau, y se acercó al guardia.
Este lo miró con cara de pocos amigos, mientras mi amigo le decía algo al oído, nos señalaba, y finalmente, le mostraba disimuladamente la Pokéball que llevaba en la cintura. El efecto fue inmediato. El guardia se hizo a un lado, y nos dejó el paso con una sonrisa. Fue tal la capacidad de convicción de Hau, que ni siquiera tuvimos que pagar las entradas: nos dejaron entrar directamente.
El lugar era como cualquier discoteca, lleno de gente y con la música a todo volumen. Apenas nos escuchábamos los unos a los otros, mientras nos abríamos paso hacia la pista de baile, felicitando a Hau por su espectacular actuación.
— ¿Cómo rayos has sabido que ese tipo era de los nuestros?— le pregunté a los gritos, por encima de la música.
— ¡Por el símbolo de la camiseta! Está por todos lados, no me digas que tu no lo has visto también...—alcancé a oír. —¿Verdad que soy un genio? —se mofó, y fijó sus ojos en un grupo de chicas que bailaban cerca.
Me dediqué a mirar con desdén cómo Hau se acercaba a ellas, cuando de repente una de ellas se acercó a mí. Miré hacia abajo con un poco de nerviosismo, sin embargo, hice de tripas corazón y decidí invitarla a bailar un rato, comenzando con la pregunta más obvia del mundo.
—¿Cómo te llam-? —pregunté levantando la vista, sin embargo la chica ya no estaba por ningún lado.
En su lugar se encontraba Hau, que me tomó del brazo apresuradamente. Me resistí un poco, pensando que trataba de gastarme una broma, hasta que vi su cara, pálida como el cemento.
—Debemos salir de aquí. ¡DEBEMOS SALIR DE AQUÍ AHORA MISMO!
Perplejo, traté de calmarlo y preguntarle qué demonios estaba pasando, pero ya era muy tarde. Pude observar como éramos acorralados rápidamente por un grupo de hombres corpulentos, que sujetaron al mismo tiempo a todos mis amigos de los brazos, inmovilizándolos. A todos menos a mí. ¿Por qué? La respuesta fue simple. El enorme grupo de chicas obstaculizaba al último guardia, y no le permitían alcanzarme. Me giré petrificado a ver a mis amigos, y mis ojos encontraron los de Hau, que estaban desorbitados por el pánico. Esa mirada sólo quería decir una cosa.
"CORRE".
Empujé con fuerza al grupo de chicas, que empezaron a gritar escandalizadas, y comencé a abrirme paso a los tropezones, mientras notaba como todos los ojos se posaban sobre mí. Luego de un minuto de pánico, llegué a la salida. Pude ver como el guardia de la entrada me miraba, sorprendido, y trataba de atraparme.
Sin embargo, la dosis de adrenalina era muy fuerte, por lo que instintivamente lo esquivé agachándome por debajo de su brazo, y di un salto por encima de la barrera de contención de la discoteca. Caí en la acera estrepitosamente, por la que no pasaba ningún auto, y me deslicé por el primer callejón que vi.
Sintiendo el calor de la sangre en mis manos al haberse despellejado en la acera, lo entendí.
Supe que tan buscados eran aquellos artefactos como el que llevaba en el cinturón.
Lo increíblemente peligroso que era...
...tener un Pokémon en tu poder.
Para futuras referencias, la historia se sitúa 5 años después de XY y es canon a la serie.
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