Liahme se detuvo.
—Oh, vaya —murmuró.
La sorpresa la hizo detenerse, aunque no fuera que necesitara tomarse un segundo. En un momento estaba caminando tranquilamente por los caminos adecuados con la iluminación que éstos proveían, y al momento siguiente todas las luces a su alrededor se apagaron. Dio lentamente una vuelta de trescientos sesenta grados. Nada. Ni siquiera podía asegurar si las paredes estaban tan lejos como creía. Silbó.
—Me gusta.
—A mí también, pero ten cuidado.
—Sí, lo sé, pero no había ninguna cueva con la que pudiera confundirme. Estaré bien.
Eso espero…
Ojalá hubiera sido verdad. En la oscuridad era difícil saber si realmente diste una vuelta completa. Podrías creer que sí, pero en realidad te has quedado más cerca de los ciento ochenta grados o de los doscientos setenta que de los trescientos sesenta. Y eso le pasó a Nova, más que nada por su fascinación. Por lo que caminó con completa seguridad al interior de una cueva paralela a la que esperaba.
—¿Cuánto tiempo crees que voy a estar a oscuras?
—No creo que sea por cuestión de tiempo.
—Oh.
La joven Nara se preguntaba cómo le estaría yendo a su amiga y si recordaría la presencia de Neidr Xhu. En realidad, respecto a Lovetta se cuestionaba todavía muchas cosas, como por ejemplo, cómo se las arreglaba para realizar los jutsus físicos con su prótesis. No era algo que se aventuraba a preguntar por simple decencia.
—Las Inuzuka están bien —no pudo evitar sonreír—, tuvieron inconvenientes con Neidr Xhu, pero encontrarán otro camino.
—Está bien… Si tienen más problemas, puedo volver a ayudar.
—Por supuesto que sí. Las vigilaré.
—Gracias~.
Tenía demasiado confianza en sus pasos y en sí misma, con una imagen mental de lo que creía que pisaba sin saber que había cambiado de dirección. Lo que era bastante peligroso. No necesitaba estirar las manos a los costados para estar en contacto con la pared ni nada por el estilo, los Nara se encontraban realmente a gusto en la oscuridad, completamente conscientes de que no había nada que temer en ella, al contrario, lo que sea que hubiera, si realmente había algo, estaba a su favor.
—Nova —advirtió.
Sin necesidad, porque ella misma se había detenido, otra vez. Con la respiración contenida, la chica movió los dedos de sus pies sin sentir el suelo debajo de ellos. No podía ver, pero dar un paso al frente era dar un paso en falso. Exhaló suavemente el aire que había retenido.
—Está bien —pensó—, estás bien.
Para delinear sus límites, fue tanteando ese borde con cuidado hasta llegar a una pared. ¿Cuánto espacio abarcaría el agujero? Tragó en falso. ¿Cuánta gente habría caído por ese agujero?
—No pienses en eso.
—Sí, yo-… lo sé.
Seguía sin ver la frontera de su oscuridad, por lo que sólo podía teorizar que regresaría a las luces que iluminaban el camino cuando saliera de la cueva. Y si no, tampoco existía problema alguno.
—Ten cuidado.
Siempre lo tenía. Respiró con profundidad antes de llevar el chakra nuevamente a sus pies, pero esta vez iba a usarlo de una manera un poco diferente a la anterior. No era la primera vez que cambiaba de suelo ni sería la última en la que sentiría incomodidad al hacerlo. Siempre le costaba despegar el segundo pie del suelo para llevarlo a la pared y nunca había conseguido mantener sus brazos a sus costados, estirándolos por una estabilidad que en realidad no había perdido. Exhaló al estar segura de que no se caería, tocando el anterior suelo con la punta de los dedos.
—Está bien, no lo pienses demasiado —se recordó.
Dio un paso adelante, y luego otro. Sus dedos perdieron la seguridad del suelo, por lo que ahora se encontraba con el vacío si osaba equivocarse, porque era muy difícil que se equivocara en algo que ya sabía, y a veces incluso en aquellas cosas que no sabía.
—Este jutsu es muy útil, pero no deja de ser muy incómodo —se quejó en voz baja, apartando el cabello de su rostro.
No tenía idea de cuánto debía caminar de esa manera, el colgante en su cabello siendo un peso que en el silencio y en la oscuridad inclinaba un poco la balanza de su equilibrio, quitándoselo por primera vez en su vida. Se lo puso en dos dedos como si fuera un anillo para evitar perderlo por accidente y trató de aguzar el oído, tal vez, como en la laguna, había algo más durmiendo en esa cueva. No pudo comprobarlo de esa manera.
—¡Ah! —trastabilló.
Claro, no podía predecir si la pared de la cueva era totalmente lisa en todas sus partes. Se vio obligada a subir un “escalón” y, tras ello, sentía que se curveaba insistentemente hacia dentro. Por ello se agachó, estirando los brazos al vacío hacia abajo. Dio un paso tentativo y luego otro, deteniéndose cuando sus dedos sintieron el suelo. Torpemente se apoyó en sus rodillas, despegando las plantas de los pies y echando a perder su perfecto dominio. Encogió el cuerpo y cayó sobre su espalda, bufando con fastidio y pesadez.
—Lo hiciste bien.
—… Gracias por el consuelo —frunció el ceño.
Nova gateó lejos del agujero antes de levantarse, un poco mareada por recuperar la postura vertical. Se tambaleó un poco, casi llevándose la pared de la cueva, sin embargo, gracias a la tenue luz que le llegaba de afuera, fue capaz de evitarla a último segundo.
—Bien, eso… Eso estuvo bien —susurró, sacudiéndose el vestido.
Enderezando la espalda, cuadrando los hombros y alzando la barbilla, Liahme se sacó el aro de los dedos para atarlo nuevamente en el mechón más largo de su cabello mientras salía de la cueva y volvía al pasillo iluminado. Miró hacia un lado y luego al otro, reconociendo que se ahorró el atravesar otros dos obstáculos con ese atajo. Sí, no estaría mal husmear lo que habían en el resto de las cuevas de Idaina Yama, sólo por curiosidad. Asintió para sí misma, inclinándose hacia uno de los lados con intención de continuar.
—¡Oh, cierto!
Se tomó un segundo para realizar el sello de manos correspondiente al pergamino que había memorizado antes de iniciar el examen, ese que el daría un reto al azar a su compañera Inuzuka. Esperaba y deseaba de buen grado que fuera algo que no le provocara un mal innecesario.
Casi olvido que debía hacer el sello para tu pergamino (?)
El desafío extra no. 4 para mi compañera canina presente,
Nya , un camino lleno de estalactitas y estalagmitas puntiagudas y enormes.