Rinha tenía los ojos fijos en el puerto del que había zarpado. Su mirada miel abarcaba la salida occidental del muelle y la apreciaba reflexiva. Estaba sujeta a la proa del barco desde donde observaba las naves que cruzaban las entradas y salidas en ambas direcciones. Respiró profundamente cuando sintió que sus cejas le temblaron airadamente en un tic nervioso.
Se le estaba siendo verdaderamente difícil tolerar los acontecimientos que se le venían encima. ¿En qué maldito arrebato de amabilidad se le había ocurrido aceptar la petición de aquella mujer? Rinha destiló subestimación al pensar que sería cualquier cosa menos algo relacionado con los ojos de espirales.
La única excusa que se le ocurrió a Rinha para separar los caminos de ambos dúos después de un tiempo, era informar que ahora mismo se encontraban en proceso de un trabajo solicitado por la Shodaime Raikage sobre la diferencia de suelos que podían haber en su país y otros, para la agricultura y para terminar por seleccionar con quien haría negocios de esa índole, siendo tan estricta como el solicitar un geólogo que se acercara personalmente a cada tierra vecina de su interés. Por lo tanto, no podrían trabajar a tiempo completo ni por mucho tiempo para Ryoga y Galatea.
Ya lo que vino después fue verse seguidos a una distancia corta como la de sus sombras por el dúo de extraños hasta sus aposentos, recoger sus cosas y dirigirse al puerto en el cual tomarían un barco. La paranoia de Yangwoo venía conectada a la presencia de Renji siempre estable en sus miedos, y del cómo afectaría a grandes rasgos que por equis o ye motivo esa gente lograra dar con su verdadera identidad. De si estarían enterados de su desaparición mundial y demás.
Luka por su lado tenía preocupaciones más ajenas, creadas por su asertiva intuición y el cómo sospechaba que se estaría manejando a nivel intercontinental la noticia en cada Aldea Ninja. Para casi nadie era un sorpresa que en el mundo de los shinobi hubieran conflictos y competiciones por el control de las cosas, en este caso, seguramente habrían muchísimos escuadrones en Modan pululando en sitios lejanos a sus hogares para investigar sobre la noticia que tenía conmocionada a todo el continente, y eso conllevaba a que, si habían otras personas tratando de llegar al mismo objetivo, se tuvieran que hacer “cargo del asunto”. Fue por eso que cuando el dúo de espadachines les mencionó su labor como ninjas termió por sentirse rígido, pensando en lo inevitable de una confrontación a largo plazo si descubrían quienes eran, que no eran simples y rutinarios civiles con profesión de geólogos.
Aunque las cosas eran más peligrosas de lo que las reflexiones de Hakugaku intuían.
Muy lejos de su pensamiento, la situación que se arremolinaba entre ellos era peor. Galatea no era estúpida, los oriundos de la Tormenta, sin saberlo ni remotamente imaginarlo, se habían tragado todo su farsa, ofreciendo sus “servicios geológicos” al otro par; unos integrantes del país del País del Viento y que bajo la autoridad de la feudal Farah estaban investigando sobre el “Rinnegan”, como se hacía llamar realmente a esos misteriosos ojos. Ryoga y Galatea tenían creada la mentira desde el momento en que zarparon del Hierro, porque tratándose de entrometerse en territorio enemigo, era mejor estar preparados para ocultar su identidad. Gracias a eso y que Galatea tenía información relevante del Viento tras una incursión riesgosa como General en el pasado, se le permitiría defenderse a ella y Ryoga de distintas cuestiones: saber que ropa utilizar si se harían pasar como oriundos de esas tierras, los gustos y tradiciones, el único problema a flote es que como suvenir de su anterior incursión, solo llevaba consigo una placa de Kaze no Sato que le sacó a un ninja después de arrancarle la cabeza en una batalla. Pero con el paso del viaje hasta las Olas, supieron justificar la cercanía de Ryoga a ella.
En camino al bar de la nave, Luka se atrevió a preguntar sobre sus rangos, habilidades, armamento, incluso de qué tipo de relación tenían. Todo bajo una genuina curiosidad, pero los del Hierro sentían la indirecta demanda por estar a mano ante lo poco que sabían ellos sobre sus personas en comparación.
—Soy Jounin y mi compañero acá es un simple discípulo. —Ryoga asintió como confirmación a las palabras de su superior— Está interesado en aprender el arte de la espada.
—¿Entonces no… es un ninja? —Yangwoo lo escudriñó disimuladamente.
—No, solo me interesa el arte del kendo. —explicó— Galatea es la mejor armamentista bajo la milicia de la Feudal.
—Ya veo —murmuró Luka entre labios, fijando en lo que se podía ver de la espada que sujetaba en su espalda la rubia. Su mango era de planta y delgado, pero el protector de cuero que escondía el arma daba entender que era grande, una especie de zanbato mucho más pequeña pero que no entraba en la categoría de katana ni de lejos. —Tu espada es muy… particular.
—Se la quité a un samurái en un enfrentamiento a muerte cuando invadieron el País del Rayo. Es mi mayor logro y el arma que me caracteriza. —Le sonrió al chuunin, sentándose en el mesón frente a él, Ryoga se sentó al lado de este último y Rinha al lado de la rubia—Fue difícil aprender a controlarla, pero ahora la considero como parte de mi extremidad cuando entro a batalla.
Y de esa forma, volvió a engañar al otro dúo sin que se percataran.
—Increíble, veo lógico que la señorita Farah no haya dudado en enviarla a usted a investigar fuera del país sobre la noticia que mantiene alterada a Modan, y se nos será un placer ayudarlos —El dúo samurái asintió tras las palabras— pero me es una pena que debamos dejarlos a mitad de nuestro recorrido porque mi sugerencia como geólogo es que se bajen en el País del Fuego.
—¿Por qué ahí? —interrogó Hikami.
—Como usted bien me dijo, el Clan Uchiha es portador de unos ojos muy particulares —Esta vez intervino Luka—, si lo que desean es investigar sobre el… Rinnegan —aún decir la palabra le sonaba mágica y rara en su boca—, el país del Fuego está lleno de miembros de ese clan.
El teniente sopesó las palabras del castaño pero esta vez habló Galatea.
—Tengo entendido que ustedes van hasta el país del Rayo, ahí también hay una cuna de Uchiha, si no les molesta nos gustaría acompañarlos hasta allá, no somos muy conoceros de las tierras del Fuego a comparación de las del Rayo.
Y era lógico, habían tenido que luchar ahí hace mucho tiempo.
—Bien, pero debemos volver a aclarar que al llegar a esas tierras, debemos dividir nuestros caminos, ya que la aldea que nos ha contratado no le gustará saber que en medio de nuestro labor estamos inmiscuyendo en otras cosas ajenas a sus intereses. —El Jounin se levantó de su sitio a medida que obtenía una aceptación de su plan por parte de Galatea sin más condiciones o peticiones. —Disculpen, voy a dejar las cosas en mi camerino y a descansar un poco —Se excusó el portador del En no Juin, alzando su mochila, la energía fulminante que destilaba la mirada de Luka hacia su persona le provoco una mofa interna muy difícil de contener, pero para buena suerte y disciplina del menor, él podría hacerse cargo de charlar a solas con el dúo acerca de geología, sus años de devorador de libros sobre Modan en Arashi por fin servirían de algo. —Nos vemos.
Salió del sitio a paso suave, un poco más relajada por saber que al final todo había resultado mejor para ellos, ese dúo le había otorgado una información de la cual no se habían enterado por medios propios sin investigar bien, causa de un establecimiento permanente y alejado del mundo ninja en las Olas.
Rinnegan... Con que así se llamaban esos codiciados ojos. Tal parece que el universo conspiraba a favor de Hakugaku, porque cuanto más se interesaba en saber sobre el asunto, más cosas clave descubría.
Entró a su habitación y cerró con seguro dando un suspiro de cansancio, deshaciendo la transformación varonil en la privacidad absoluta. Se recostó en la cama que ofrecía el pequeño camerino y sacó de la mochila un libro de geología. Debía comenzar a instruirse en su dichada profesión, y también quería tener algo con que distraerse de lo que le deparaba.
Porque estaba en rumbo hacia al Rayo, hacia Hoshigakure… Hacia Sona.