La nieve caía delicadamente sobre el pavimento de Star City al ritmo de las pequeñas ráfagas de viento helado. Había poca gente en las calles, el frío los obligaba a refugiarse en los distintos edificios bajo el calor que emanaban las chimeneas, sin embargo, en una de las avenidas principales de la ciudad caminaban dos chicos abrigados con sus respectivos compañeros digitales: Veemon y Patamon. Los dos hombres, de la misma altura aproximadamente, mantenían una distancia prudente entre ellos y avanzaban silenciosamente, a diferencia de los pequeños, quienes jugueteaban de vez en cuando y llevaban una plática bastante amena.
El peliazul colocó sus manos en las bolsas de su abrigo, mirando hacia diferentes lados para ver si lograba distinguir a algún conocido o a alguien que los sacara de ese ambiente tan tenso que se sentía. Hanz, por la época, estaba más enfurruñado que de costumbre, y aunque eso le causaba cierta ternura al escocés, lo hacía sentir también un poco incómodo. Soltó un largo y tendido bostezo, producto de haberse levantado temprano para hacer el pedido de los científicos de la ciudad. Todavía les faltaba recorrer una buena parte de la ciudad, así que haciendo caso a su cansancio, Blake tomó del brazo a su acompañante y recargó su cabeza en su hombro. La primera reacción del germano fue de quitarse, haciendo que Ewain se molestara un poco por no poder descansar.
—No soy una almohada —se quejó el menor de los dos. El aludido volteó la mirada para encontrarse con la de Hanz y lo miró con reproche, pero la decisión de él no había cambiado.
Al ver que el chico puso resistencia, lo dejó ser y permitió que descansara un poco sobre él mientras dirigía la expedición hasta el laboratorio. El calor humano que despedían ambos chicos era bastante agradable, especialmente para el mayor de ellos, pues aunque le gustaba el frío en exceso, calentarse con la persona que le gustaba era de lo mejor que le podía suceder en un día.
—Sabes —habló de nueva cuenta el pelinegro, llamando la atención de Ewain al observar que lo volteaba a ver—, esto te lo cobraré eventualmente.
—Estoy dispuesto a pagar el precio —dijo seguro de sí mismo, volviendo a tomar la posición que tenía antes de ser interrumpido por Von Kaulitz.
—Sí, con cuerpo —soltó el alemán, provocando un golpe en el brazo izquierdo como respuesta a lo que dijo. Una sonrisa burlona se dibujó en su rostro por la reacción de Ewain—. No hagas eso, sabes que me pone.
Una mirada de soslayo penetró hasta el diminuto cerebro de Hanz, pero no le dio importancia y se dio por bien servido por los comentarios incómodos y sexuales que había hecho a su acompañante. Lo que no sabía es que por la cabeza del escocés toda clase de pensamientos iban y venían, la verdad es que un poco más de “calor humano” no le vendría mal, incluso lo agradecería. Al darse cuenta de lo que estaba procesando en su mollera, un sonrojo repentino apareció en sus mofletes pero lo disimuló al pegarse de nuevo en el brazo musculoso del menor.
Continuaron caminando bajo la pequeña y leve nevada que había hasta que llegaron a un edificio, la dirección que habían proporcionado era donde estaban, así que sin más llamaron al timbre del lugar. Una voz contestó desde el otro lado del intercomunicador, abriéndoles en cuanto se presentaron. Pasaron a una sala donde un guardia de seguridad estaba, el cual les tomó los datos solamente por precaución justo antes de dejarlos pasar. Subieron unos cuantos pisos hasta llegar al 5to y entraron. Varios científicos en batas blancas corrían de un lado para otro, la tensión en el lugar se sentía y era mucho más abrumadora que la que sentían los dos chicos cuando se encontraban solos. Veemon, sin perder el tiempo, divisó a una hermosa científica que intentaba realizar unos cálculos y en menos de dos segundos ya se encontraba frente a ella, intentando convencerla de ser un gran científico Digimon.
—Algún día lo matarán por eso —dijo Patamon desde la cabeza de Ewain con una cara bastante sombría, provocando una pequeña risa de su Tamer.
Hanz se acercó hasta la guapa científica y, dándole un coscorrón al pequeño ser azulino, lo trajo de vuelta hasta donde estaban los demás. El escocés se acercó al investigador que se veía más tranquilo para preguntarle por la persona encargada del proyecto de L’arc en ciel, que se encontraba hasta el final del piso junto con otras cinco personas más. Se acercaron hasta ellos para presentarse, pero debido al gran apuro de todos nadie les prestó gran atención.
—Somos los Tamers enviados por la Central —Hanz ignoró completamente la actitud de todos los presentes, estuvo a punto de hacer un comentario estúpido de no haber sido porque su acompañante lo detuvo en el momento indicado.
—Oh, sí, sí —respondió uno de los científicos, el que había hablado directamente con la central—. Discúlpenos, como ven estamos muy atareados —se dirigió a uno de los escritorios cercanos y sacó unos cuantos papeles que entregó a los chicos.
—Es importante darlos a Andromon —otro de los investigadores se acercó, este parecía todavía mucho más joven que los demás, posiblemente un pasante o algo por el estilo—. Contiene datos significativos para nuestro proyecto.
—¿De qué va el proyecto? —preguntó la patata que sobrevolaba a su Tamer.
—Es un sistema que, si se desarrolla bien, podrá permitir que la gente se comunique con los habitantes del mundo real —al terminar de dar la explicación, el primer científico se acomodó las gafas como si se tratara de un cliché—. Por ende, deben saber que no cualquiera puede poner sus manos encima de estos papeles y lo que les vayan a entregar.
—Bueno, daremos lo mejor de nosotros —Ewain asintió a la advertencia del investigador, después echó un vistazo a los complejos documentos que se le habían dado, no entendía nada pero ahora sabía que era de extrema importancia que se los entregaran al Digimon androide y no dejarían que cayeran en las manos equivocadas. Por otro lado, Hanz se había limitado a ignorar a todo lo que estaba en ese laboratorio, el comunicarse con el mundo real era algo que definitivamente no le emocionaba.
Agradecieron, o más bien el escocés agradeció, a los presentes y salieron del edificio en búsqueda de Andromon. De acuerdo a la información dada por los investigadores, el Digimon se encontraba del otro lado de la ciudad, así que les tocaría regresar un poco sobre lo que habían recorrido para poder reunirse con él.