El dinosaurio monocromatico levantó la cabeza al ver que dos figuras se acercaban en el aire. Se quedó a la espera hasta que los dos digimon aterrizaron a varios metros de su tienda, dos humanos descendieron y los adultos regresaban a su etapa previa. Obvió que se trataba de los tamers que habían venido a ayudarle, pero se sorprendió al reconocer al rookie de la coraza negra y a la peli azul cuando estuvieron más cerca. Una gran sonrisa se dibujó en su cara.
— ¡Vaya! ¿Quién lo diría?—soltó a modo de saludo—Si son Nieves y Ryudamon. No los he visto desde la navidad, chicos.
—Buenos días, señor Monochromon—saludó la japonesa sonriendo, feliz de volver a ver al amable dinosaurio que les había dado trabajo durante la época festiva—, qué bueno verlo otra vez.
—Es un placer, señor—dijo el dragón abajo, saludando con la cabeza.
Monochromon volvió su cabeza al otro dúo: la muchacha alta lucía un gesto serio en comparación a su compañera e incluso a su digimon acompañante. Nieves dio un respingo y se atrevió por una vez a hacer las presentaciones.
—Señor Monochromon, ella es una compañera mía de equipo, su nombre es Light—dijo, indicando a la americana.
— ¿Light qué?—preguntó el adulto.
—Solo Light—terció la pelirosa, sin cambiar su gesto—, es un placer.
El otro se mostró extrañado de que la chica no tuviera apellido —o no quisiera darlo—, pero lo dejó pasar sin más.
— ¡Yo soy monodramon!—dijo el digimon púrpura levantando una mano.
—Es un placer conocerlos—dijo Monochromon más por cortesía que por otra cosa, igual que como había hecho cuando conociera al otro dúo—. Bien que llegan temprano; los compradores aún no empiezan a llegar y hay mucho trabajo qué hacer.
— ¿Piyomon ya no viene a ayudarle?—preguntó Ryudamon, extrañado de no ver al asistente rosa que trabajaba para el dinosaurio.
—No—respondió éste, cerrando los ojos y volviéndose hacia la entrada—, desde que evolucionó ya no tiene manos para ayudarme, y tampoco cabe detrás del mostrador.
Nieves y su compañero se mostraron felices al escuchar que el pequeño rookie había evolucionado. Pasarían a verle algún día para felicitarlo. Light y Monodramon se quedaron al margen de la conversación y siguieron al grupo al interior de la tienda. Ésta era grande, de un solo piso y con una gran vitrina en la que escaseaban un montón de productos. Los refrigeradores y escaparates también estaban faltos de mercancía. Una puerta llevaba a la parte de atrás en donde había esa pequeña estancia con una mesa y una cocina, donde el digimon almorzaba. Un segundo pasillo llevaba a la bodega, algo desordenada. Monochromon les enseñó el lugar a los nuevos, indicándoles donde estaba tal y cual cosa.
—Bueno, ya saben cómo funciona esto—dijo al cuarteto, aunque Light y Monodramon no lo sabían.
Ryudamon se encargó de esclarecerlo.
—Usted en la caja y nosotros a cargo de los clientes y los productos.
—Precisamente. Lo primero será hacer algo de limpieza para luego llenar con la mercadería faltante. Ustedes vean cómo quieren hacerlo.
—Sí, señor—replicaron los personajes.
El jefe se fue a la caja a preparar algo de cambio, boletas y también el cuaderno con las cuentas para el día. Las dos muchachas y sus digimon se propusieron iniciar el trabajo.
—Nieves—dijo la americana—tú y yo barreremos afuera y la entrada de la tienda. Ryudamon y Monodramon se encargarán de limpiar adentro, ordenar las vitrinas y los productos. Luego limpiaremos un poco los vidrios; están del asco…
Monochromon dio un respingo al escucharla pero no dijo nada, solo siguió en lo suyo. Los demás acataron las indicaciones y se repartieron. El dinosaurio púrpura charlaba y cantaba mientras subido arriba de una silla, iba alineando la mercancía disponible haciendo espacio para poner la nueva. Ryudamon solo se reía de escucharlo y también de que ignorara a Monochromon las tres veces que le dijo que se callara. Afuera en cambio, había un silencio sepulcral: una de las tamers estaba callada por su seriedad, y la otra por timidez. No es como si no conociera a su compañera de equipo, pero habían pasado poco tiempo juntas, y esa seriedad de ella le sentaba fatal a alguien tan vergonzosa y mala para iniciar una conversación como lo era Katsukagi.
Finalmente la peli azul tragó saliva, sonrió con nervio y habló, evitando la mirada seria de la otra.
—Oye y… ¿c-cómo te has llevado con Dana?
La pelirosa siguió barriendo sin volverse a mirarla.
—Solo hemos cruzado un par de palabras—dijo a secas.
—Ya veo…es una buena chica; tiene mucha energía y disposición para hacer las cosas.
—Hace un poco de ruido—dijo Light, recordando que aún con la puerta cerrada podía escuchar las ruidosas conversaciones de la española con su digimon, o cuando hacía comentarios de lo que veía en televisión.
Nieves no pudo responder eso. No le molestaba que Dana fuera ruidosa, aunque a ella misma le gustaba más el silencio y la tranquilidad. La castaña tenía cierta facilidad para entretenerla con sus largas chácharas sobre cualquier tema.
—Ella y su digimon—continuó diciendo Light, juntando el polvo y la basura en la pala—, ¿son fuertes?
—Eh…diría que sí. Hace algún tiempo nos tocó librarnos de unos ladrones que querían quitarnos una tabla con unos escritos; ella y Black lo hicieron muy bien.
—Ya veo.
Se hizo un largo silencio apenas interrumpido por el graznido lejano de algún Birdramon que cazaba en los alrededores a aquellas horas. Las chicas terminaron de barrer y regresaron adentro, con sus compañeros habiendo terminado también la tarea y ocupados en rellenar con los productos que faltaban. Monochromon ya se había rendido con la charla imparable de Monodramon, quien no paraba de comentar sobre las aventuras que había pasado con su camarada en Folder. Las chicas se dedicaron a limpiar los vidrios, tanto de las vitrinas como de los refrigeradores. Eran pasadas las nueve de la mañana cuando apareció el primer cliente. Las muchachas se detuvieron un instante de lo que hacían al ver entrar a la Palmon con una cesta en el brazo, como decidiendo qué debían hacer. Fue Ryudamon quien se subió al banquito del mostrador para atenderla.
—Buenos días—dijo educadamente—, ¿en qué puedo servirle?
—Quisiera dos piezas de carne y una bolsa de arroz—pidió ella, estirando su cesta sobre el mostrador.
El dragón se volvió a ver a su compañero de morado, quien sin esperárselo, dio un respingo y se bajó de su silla para ir a buscar el arroz. El digimon miró luego a Nieves, quien estaba limpiando el vidrio de un refrigerador. Esta también dio un respingo y abriendo la máquina, sacó las dos piezas de carne con cuidado y las puso dentro de la cesta. Al poco regresó Monodramon y le dio el saco al otro rookie. Todo duró menos de un minuto. Monochromon siguió todo esto con una sonrisa de satisfacción en el rostro de dinosaurio.
— ¿Alguna otra cosa?—ofreció Ryudamon, con otro gesto amable.
—Solo eso—replicó la compradora, recibiendo su cesta después de extender los billetes.
El dragón se los dio al jefe, quien hizo la cuenta y el cambio regresó a manos de la dueña.
—Gracias por preferirnos—soltó el rookie sonriendo—, estaremos esperando su regreso.
La digimon se despidió devolviéndole el gesto y salió, haciendo sonar la campanita de la puerta. El jefe rió por lo bajo y siguió en sus cuentas. Ryudamon se reunió con Monodramon.
— ¡Vaya!—soltó éste, un tanto sorprendido—Se te da bien esto.
—Gracias—replicó el otro, halagado—. También tú aprenderás a hacerlo, es muy fácil.
— ¡Me gustaría!
Los cuatro personajes continuaron con los quehaceres. Las chicas terminaron finalmente con los cristales y ayudaron a sus digimon a terminar con la mercancía faltante. Mientras Nieves y los dos dragones estaban atrás, un Goburimon apareció para hacer su compra de la mañana. A falta de otra persona, Light se puso al mostrador y miró seriamente al digimon abajo. Este se sintió un tanto incómodo.
— ¿Diga?—preguntó ella.
—Quiero sopa instantánea, ramen y pasta dental—soltó el digimon verde—, de la que sabe a fresa.
La peli rosa debió reunir ella misma los objetos, los dejó sobre el mostrador con poca delicadeza y luego soltó:
— ¿Algo más?
El Goburimon negó con la cabeza y dejó el dinero con cierta tosquedad sobre el mesón. Light lo recibió, se lo dio al jefe y el cambio regresó de nuevo a manos del dueño, mientras la americana metía las cosas en una bolsa y se la entregaba al digimon. Este se volvió con un bufido y se marchó. La joven se giró y regresó a lo suyo, siendo seguida por la mirada del jefe.
—Te falta tacto para tratar a los clientes—soltó el dinosaurio.
La chica lo observó por sobre el hombro con su gesto serio. El digimon le sostuvo la mirada todo el rato, hasta que ella simplemente volvió la cabeza y fue atrás para ver en qué se demoraban tanto los otros. Monochromon negó con la cabeza y anotó la venta.
—Una es demasiado tímida para tratar a los compradores y la otra demasiado tosca—soltó, negando con la cabeza—; ¿Cómo rayos son compañeras de equipo?
Atrás, el grupo se había puesto a rebuscar entre las cajas el papel higiénico suave que no aparecía por ningún lado. La estadounidense soltó un suspiro y se puso a ayudar, enviando de paso a Ryudamon de regreso al mostrador para hacerse cargo de los clientes, ya que al jefe al parecer no le había gustado cómo ella hacía las cosas.
Cerca de una hora después y con otro par de clientes aterrizando en la tienda, las vitrinas, estanterías y refrigeradores estaban finalmente llenos, el lugar estaba limpio y resultaba de lo más acogedor. Monochromon los felicitó y ubicó a cada quien en un lugar para acelerar el trabajo. Nieves estaría en el lado de los refrigeradores, Light en el de los no-comestibles, Monodramon adentro haciendo las bolsas y Ryudamon recibiendo a la clientela. Cada vez que un comprador aparecía no tardaban más de dos minutos en atenderle, estirando cada quien alguna cosa y trabajando rápidamente como un equipo sincronizado. Conforme las horas pasaban y se acercaba el mediodía, más digimon empezaron a llegar, pero el grupo no tuvo muchos problemas para atenderlos y despacharlos con prontitud.
—A eso de la una vamos a comer algo—dijo el jefe, para quien los horarios de comida eran sagrados—, y a las cuatro me llegará un camión con piezas de carne y enlatados. Ustedes dos se encargarán de recibirlos y acomodarlos—añadió, mirando al par de digimon.
—Señor jefe—dijo Monodramon, mirando al otro hacia arriba—, ¿después me dejaría atender a los clientes también?—pidió, deseoso de ser de más ayuda.
—Solo si te dejas de conversar tanto—replicó el dinosaurio, algo taimado—, harás que me exploten los oídos.
Este comentario hizo reír levemente a Ryudamon y Nieves, avergonzó a Monodramon e hizo sonreír a la seria Light, quien negó con la cabeza y suspiró.
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Claire.
señorita
Kiyoe no quisiera molestarla, pero sería tan amable de escribir correctamente el nombre de mi personaje tanto en el titulo como en el link de la ficha? es katsukagi no katsuragi. gracias cx