En París, Joe no había tenido tanta suerte: había llegado demasiado tarde como para poder ser de verdadera ayuda: una niña Elegida de Francia llamada Catalina, cuya compañera era nada más y nada menos que la novia del Agumon de Tai, en compañía de otros elegidos europeos, entre ellos, el Elegido B de la Amistad y su digimon, se habían encargado de los digimon salvajes liberados en la “Ciudad Luz”, entre ellos, la “familia real” de los Mamemon, y el más peligroso de todos: un GranDracmon que estuvo por destruir “La Defense”. Joe quedó sorprendido al ver a esa psicópata de Floramon evolucionar a una Lotusmon, y al Gabumon del niño Nigel llegar a ser un Zeedgarurumon, y contener juntos al gigantesco vampiro.
- No debes sentirte mal, Joe –
lo calmaba Nigel, el elegido británico- Que hayas llegado tarde no significa que no estemos felices de tu presencia.
- Gracias, pero no es lo mismo; queríamos ayudar.
- Este muchacho siempre se queja, ¿Es que no cambias?
- ¡Floramon, no seas grosera!
- Pero Catalina; conozco a este chico, y era el más quejumbroso de los Elegidos, mas inclusive que los locos de sus amigos.
- Apoyo a Floramon; Joe se quejaba tanto, y tenía sus… adi…
- ¡Gomamon, no la ayudes a hacerme quedar mal!
- No lo hago, Joe; lo haces tú solo.
- Es increíble que haya llegado tan tarde, -
se quejaba Ulforce, que había decidido quedarse un tiempo más junto a Joe- Pero admito que me gustó su pelea.
- Muchas gracias –
respondieron los Elegidos europeos y sus digimon-
En eso sonó la Terminal D de Nigel, que leyó el mensaje recibido, mostrando algo de preocupación en su rostro.
- Nigel, ¿Pasa algo? ¿Quién era?
- Es… Alan. –
Gabumon abrió enormemente su ojos en señal de asombro-
- ¿Quién? –
se preguntaron Gomamon y Joe-
- Dice que tiene problemas en Buenos Aires, y que necesita consejo de un Elegido A.
- ¿Seguro que es el mismo Alan que conocemos? –
preguntó nuevamente Gabumon- ¿Y que no vivía en Mar del Plata?
- Dice que fue a ayudar a su amigo Dom, que tampoco la tiene fácil. Joe, ¿Podrías ir?
- Sí, no hay problema, pero… ¿De que digimon se trata?
- No me lo dijo, pero capaz sea uno que ya hayan enfrentado ustedes. –
Ulforce estaba por llevarse a Joe cuando- Una cosa más: trata de que no te intimide; es algo… rudo.
- Pero es tu amigo, supongo, pese a que él es argentino y tú brit…
- Lo es, pero… es muy… directo. Y hagas lo que hagas, no digas nada sobre las Islas Malvinas: es un temita muy delicado para él.
- ¿Las Falklands?
- Di esa palabra, y estás muerto. –
sentenció Gabumon-
MUERTO. Recuerda: Mal-vi-nas.
- …
Ulforce fue sumamente rápido al llevar a Joe hasta la capital porteña, en medio de la Avenida 9 de Julio. El Caballero Azul ya se había ido cuando Joe vio huellas de lucha en la Avenida, aún lejos del Obelisco: huellas muy grandes y algunos cráteres en el asfalto. Fue entonces que vio a un digimon bastante grande, de color violeta, apariencia draconiana pero con alas blancas como de ángel, volando a gran velocidad entre los edificios.
- ¡Ven aquí, maldito imbécil!
- ¿A quién se referirá? –preguntó Gomamon; luego sintió un aroma en el aire- Joe ¿Hueles eso?
- Si… huele a…
- ¡Quien anda ahí! –
gritó una voz, seguida de un disparo- ¡Habla, marica!
El disparo asustó tanto a Joe que cayó al suelo; el atacante surgió pronto: un joven de 17 años, pelo castaño, vestido con ropa de cuero oscura, gafas negras y complexión atlética que continuaba apuntando a Joe. Lo acompañaba otro muchacho, de su misma edad, pero mucho más delgado, y acompañado de un Commandramon.
- ¡No me mate por favor; no me mate por favor! –
chillaba-
- ¡Che, te dije que no lo asustes así!
- Si, si… Juan. –
dirigiéndose a Joe- Por favor, decime que no sos el Elegido que pedimos.
- ¿A… Alan? ¿Eres Alan?
- Yo también estaría decepcionado si estuviera en tu lugar. –
agregó Gomamon con cizaña-
- A la mierda… Sos vos.
- ¡No soy ningún inútil! –
se levantó Joe, reuniendo todo el valor que pudo- ¡Vine a darles una mano en medio de esta locura, y te lo voy a demostrar, Alan!
- No soy Alan, pendejo hippie.
- ¿Qué?
- Soy Dom Marroni, y él es mi amigo Juan Coccotis; mi amigo Alan Pereira está por llegar, y juro que le va a dar un ataque cuando te conozca.
- ... Como sea, ¿Y ese digimon purpura con alas es el que causa problemas?
- Ese es mi digimon, tarado del culo: un Darkdramon hecho y derecho; el de Juan no puede evolucionar, lamentablemente.
- Y me lo siguen recordando. Desgraciados…
- ¿Nivel mega? –
Dom asintió- Ay, mamá.
- Deja de llorar, nenaza, y ven a ayudarnos.
- Ya voy… ¿Todos los argentinos son así de groseros?
- Joe, no seas xenófobo.
Dom y Joe cruzaron varias calles, siguiendo el camino de Darkdramon hasta llegar a Puerto Madero, donde en teoría, no causarían mayores problemas. Cerca de la costa, Joe por fin pudo ver al digimon responsable de tato alboroto, y al mismo tiempo, hallar la respuesta al misterioso olor que habían sentido al llegar: era Machinedramon, el mismo de hace tres años, y para colmo de males, estaba igual o más borracho que antes.
- ¡Eshte paish será mio, mio! ¡Todo el vinho mendoshino sherá mio! ¡Y Shili y Uruway shi quiero…! ¡Cañiones Shiga!
- ¡Contrólate, maldito borrachín! –
gruñó Darkdramon repeliendo su ataque- ¡Estás loco!
- ¡Sho shoy el shefe; naie me dishe que hasher,
NAIE! –
embistió a Darkdramon, haciendo que caiga al agua- ¡Argehtina será a cuha del Huevo Imberio del Ve…Ve…Vetal…hic! –
lanzo un espantoso eructo con olor a vino rancio- ¡Eshos gudiosh no jupieron hasherse con Aryenchina, pero sho shi... hic! Grimero a Pamba, a Padagonia, a Meshopotamia, losh Andesh... y luego... EL MUND… HIC… do!!
- ¡Tridente de Poseidón!
Fue entonces que llegó otro digimon, uno no tan grande, y de apariencia no tan poderoso, muy parecido a lo que unos identificarían con el monstruo del Lago Ness, y sobre el cual estaba un joven robusto con playera blanca y pantalones cortos oscuros. Joe presintió que se trataba de Alan. Lo primero que sorprendió a Joe al verlo frente a frente, era su sorprendente musculatura, además de su actitud firme, casi como la de un líder ¿Cuántos años tenía? ¿Veinte, veinticinco? Ahora entendía el por qué Nigel había dicho que Alan era rudo. ¿Pero que tanto?
- ¡Hey, vos! ¿Sos el que Nigel dijo que iba a venir?
- Sí, sí señor.
- ¡No me digas señor; me hace sentir viejazo! ¿Sos de los Elegidos A o no?
- Si lo es, -
respondió Gomamon en su lugar, al ver que Joe temía hablar- Es el Elegido de la Sinceridad, y yo soy su digimon.
- ¿Qué?
Repentinamente, Dom, Juan y Commandramon cayeron al suelo, riendo como condenados, y sin parar de señalar a los dos jóvenes, burlándose de ellos.
- ¡JAJAJA! ¡¿Ese… ese es el tipo al que tenías que re-re-emplazar?! –
señalando a Joe- ¡JAJAJAJA! ¡Viejo: mejor te hubieran metido a vos en su grupo!
- Dom…
- ¡En serio, amigazo! ¿En que estaban pensando Gennai y sus clones? –
se retorcía Juan de la risa- ¡El tipo es un palito frente a vos! ¡Ni de barra de calentamiento te sirve!
- Juan…
-¡Inc reíble que este chico haya sido uno de los Elegidos, qué vergüenza! –
se reía el dinosoldado-
-
¡LA PUTA, YA ENTENDÍ! –
gritó un enfurecido Alan- Lo que importa ahora es deshacerse de esa chatarra ebria. Así que decinos, -
dirigiéndose a Joe- ¿Cómo nos deshacemos de él?
- La verdad es que tenemos que regresarlo al Digimundo; no es aconsejable matarlo. -
Dom volvió a reírse-
- No estoy de humor, pibe… Decime algo útil, o te garroteo hasta que quedes como picadillo en lata.
- ¡No me digas niño! ¡Si, sé lo que significa pibe: no soy imbécil! ¡Que tú tengas veintitantos…!
- Tengo 16…
- ¡¿Tienes 16?! –
lo miró detenidamente; esas mangas ajustadas decían otra cosa- En serio, ¿Qué te tomas para ser tan grande? No algo muy sano, seguro.
-Dos horas de entrenamiento diario, una dieta estricta, práctica de rugby tres veces por semana, y dos pendejos como vos en el desayuno una vez cada semana desde que tengo siete años… ¿Algo más antes de que tu cara quede hecha mierda como regalo de Navidad?
- … Cuando lo enfrentamos la última vez, el alcohol lo hacía lento, pero ahora parece que es más rápido; no lo entiendo. Ayudaría que lo inmovilizaras con hielo para después atacarlo. Pero no tienes digimon de hielo, así que…
- Plesiomon. Ya lo oíste.
- ¡Sí! ¡Bombardeo Antártico!
Cientos de icebergs de pequeño tamaño golpearon a Machinedramon; sus golpes no eran en si potentes, pero su efecto si: congelaron a la mole metálica hasta dejarlo encerrada en un gran bloque de hielo en medio del mar.
Plesiomon permaneció volando –sí, volando- junto a Darkdramon en caso de que escapara; mientras, Juan sacó su computadora portátil para abrir la puerta al Digimundo y regresarlo.
- ¡Puerta al Digimundo, abrite!
La computadora creo un vórtice de luz, que absorbió a Machinedramon, regresándolo a su lugar de origen, mas sus daños estaban presentes en parte de Buenos Aires.
- Bueno, se acabó: ya podemos celebrar la Navidad. Pero el hijo de perra causó demasiados destrozos…
- Ya lo arreglarán, Alan; vos tranqui. Somos nosotros los que tenemos que llorar, ¿No Dom?
- Pff… se nos pasará en un rato.
¿Por qué no apareció en una zona fea? –pensaba-
- Che, vos... –
refiriéndose a Joe- ¿Tu digimon no podía evolucionar o qué? Por eso no intentó pelear.
- Puedo evolucionar, -
se defendió Gomamon- Pero como ustedes llegan al mega y yo no, decidí no ser un estorbo.
- Vos sos inteligente y con mucho entusiasmo, igual que mi Gomamon. –
respondió Alan, alabando a Gomamon, así como desprestigiando a Joe al mismo tiempo- Si tu amigo el Lennon no te entrena, pedime ayuda: de seguro llegamos a algo.
- ¿Ese Plesiomon es un Gomamon como yo? ¡Genial!
- Y puede ser más genial. Te muestro, pibe.
Plesiomon digivolve a… Aegisdramon!!
A esa altura Joe se sintió insignificante: Plesiomon se había convertido en una especie de fortaleza flotante color dorado y azul con apariencia de un cañón laser gigantesco. ¿A eso podía llegar Gomamon? Era oficial: él era una cucaracha.
- Me siento tan inútil.
- Porque lo sos –
contraatacó Alan- Si no te ponés las pilas y empezás a trabajar duro, no vas a superarte nunca; eso le dije a Nigel una vez. Así que te recomiendo que dejes la actitud de nenita llorona que tenés y te hagas más fuerte… O que me dejes a Gomamon un tiempo y yo le ayudo.
- ¿Puedo Joe? ¿Puedo? ¡Vamos, di que sí!
- Ya veremos, Gomamon… Mejor llamo a Ulforce… Qué raro; no responde.
Los cuatro jóvenes –ya con sus digimon: Dom tenía un Monodramon- regresaron a la Avenida 9 de Julio, donde aún eran visibles las huellas de la batalla, o al menos por unos segundos más, porque repentinamente todo el daño causado se reparó, casi como por arte de magia… O capaz asi fuera, pues cierto digimon humanoide de color verde los esperaba junto al Obelisco. Sorpresivamente, los cuatro se vieron frente al mismo digimon, y bajo el Obelisco.
- ¡Buenas Noches Buenos Aires! –
los saludó con una gran sonrisa- ¿Qué tal su Nochebuena?
- ¿Quién carajo sos vos? –
exigió saber Dom, amenazante- ¿Otro digimon problemático?
- Jeje… En cierto modo sí, soy un digimon problemático, jovencito, y con mucho orgullo, ¡JAJA! Pero hoy estoy de visita, y vine a ver “El Paraíso Latino” y probar algo de tango y choripán.
- Pues rajá a Boca, porque acá no hay un carajo. –
gruñó Alan-
- Ay, pero que humor de perros el de ustedes… después de limpiar el desastre esperaba un poquititito más de amabilidad.
- Espera… ¿Tú reparaste los destrozos? –
preguntó Joe; el dragón respondió afirmativamente- ¿Cómo?
- ¡Con magia desde luego!
- Pues… gracias; perdón, che… -
se disculpó Alan- Por ser tan hijos de puta contigo.
- Nah, descuida: yo no me enojo… no con pendejadas al menos. Jeje… En fin; ya que me encontré a ustedes cuatro, les venía a decir que estoy preparando una sorpresa para todos ustedes.
- ¿Cómo? –
se preguntaron los humanos y los digimon-
- Aun no tiene fecha fija, pero intuyo que será antes de Año Nuevo, y todos ustedes están invitados a participar: les aseguro que será muy divertido, y que la pasarán genial.
- ¿Y en que consis…? –
antes de que pudiera acabar de preguntar, Juan fue interrumpido-
- Es una sorpresa…. Jejeje… No coman ansias, y tengan paciencia: ¡Los preparativos están casi listos!
- ¡Espera! –
le gritó Joe, al momento en que el digimon misterioso aparecía vestido con un traje negro y un sombrero elegante de los ’40, más una rosa roja entre sus dientes- ¿De qué hablas? ¿Quién eres?
- Soy el Dragón Digimon Patrono de la Magia… y de la Diversión: ¡Shenglongmon!