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CAPITULO 17
El humano dormía plácidamente desnudo en la cama, tras una larga noche activa con su amigo lince, pero en las sabanas el se encontraba completamente solo, el felino Sapien no se encontraba a su lado. Apenas el sol se había puesto, Kailo se levantó, vistió y salió de la habitación, su destino fue la biblioteca de la ciudad de Arquion.
La entrada era custodiada por dos guardias, para ingresar se debía pagar una pequeña suma, aunque cualquier pudiera acceder sin importar su estatus, el cobro de dicha tarifa era para todo mundo, con excepción por supuesto de nobles de la talla del Semiur. La biblioteca albergaba cientos de libros, sus autores se destacaban entre filósofos, poetas y narradores de fabulas fantásticas tanto para adultos como niños.
Los estantes estaban apilados en orden alfabético, los cuidadores eran bibliotecarios de avanzada edad, quienes limpiaban con diligencia el sitio y ordenaban aquello que no estuviera en su lugar. Para ellos la biblioteca no era solo un trabajo, era su vida y su hogar.
—Debe estar por aquí, en algún lado.
Kailo empezó a buscar estantería por estantería un libro en concreto, cada que abría uno empezaba a devorarlo con sus ojos a una velocidad asombrosa, pero por desgracia no era ni lo más cercano a lo que buscaba.
—Creí que estaría por aquí.
—¿Buscas algo en concreto?.
Una voz resuena en las proximidades de Kailo, a solo escasas distancia se encontraba un zorro rojo peliblanco, con su túnica verde y un arpa en manos, el vulpino se encontraba leyendo un libro de su interés.
—Tu eres…
—El vecino de al lado -El zorro le recordó —Puede que no me haya presentado antes, me llamo Renart.
—(Es cierto, mi vecino es un zorro rojo, aunque pocas veces los he visto) -Fueron los pensamientos del lince en referente a dicho vecino —Un gusto vecino, soy Kailo -El Sapien con educación se presenta ambien.
El lince poco o nada conocía de Renart, o más bien lo mejor que conocía de su vecino, era que tiende a tener bastantes “acompañantes” en su habitación, las veces que su habitación era ruidosa, ya fuera que estuviera con uno o varios, aquel zorro tenía un gusto evidente por el sexo. Tal comportamiento nunca le molesto al lince, incluso en ocasiones cuando aquel zorruno vecino de noche se encontraba con tales “compañía”, escuchar esos lascivos sonidos hacían que el felino se pusiera duro y recurriera a complacerse con sus propias manos.
—Es la primera vez que vengo aquí, ¿también la tuya? -Le pregunto Kailo.
—No, me gusta buscar inspiración en poemas, por desgracia no hay muchos libros de dicho tipo que sean de mi interés en esta biblioteca -Suspira el zorro con cierta decepción —A propósito, los dos estuvieron muy ruidosamente tierno anoche, si, lo escuche todito, ¡que adorable gemidos haces!.
—¡Eso…! -La cara del lince se torna roja de la vergüenza.
—¡Jajaja!... no tienes que avergonzarte, tener ese tipo de relación con otros es algo bastante natural, ¿por qué deberíamos reprimir esos deseos tan placenteros?.
Su voz era carismática, su tono atractivo y la belleza de su pelaje como cabello era para enamorarse, su argumento era algo que Kailo no tenia palabra alguna para llevarle la contraria. Kailo con su propio cuerpo supo en carne propia lo que era ese “placer”, hacerlo con alguien era un goce, en especial si era alguien que le gustaba, haber tenido sexo con Isaac fue una experiencia satisfactoria única, esperaba algún día repetirlo una y otra y otra vez hasta el fin de los tiempos. El felino no podía negar su interés por el mundo del libertinaje.
—Cierto… sé que no debería avergonzarme, solo es que… no soy de hablar con esto con alguien…
—Lo entiendo, a pesar de ser vecinos, nos conocemos muy poco -El zorro dijo con una amable sonrisa —Disculpa por ser tan entrometido, fue muy impropio de mi parte.
—N-no es necesario que te disculpes… está bien, me gustaría conocerle mejor, tratar de entablar amista con usted.
—Oh, que dulce de tu parte, bueno si quieres “conocerme mejor”, puedo hacerle compañía algún día a ustedes dos, si tu me entiendes -El zorro le guiña el ojo.
La sola imaginación de ver a Isaac y su vecino, desnudos y con los dos a la vez sobre una cama, le ruborizaba aun más, trataba de quitárselo de la mente, pero era difícil borrar una imagen que le era bastante excitante.
—¡Jajaja!, disculpa de nuevo mi atrevimiento, por favor no hagas caso de lo que digo -Dijo el zorro Renart —Bueno debo irme, he buscado la inspiración que necesitaba para hoy.
Cuando estaba dichoso por marcharse, el zorro se detiene y le entrega algo de interés al lince.
—Por cierto, creo que te gustaría leer esto, puede que sea lo que tanto buscas -Declaro Renart.
Le entrego en sus manos un libro con el título “La bendición Hercúlea”, Kailo lo abrió y al leer las primeras hojas, se alegro de saber que era lo que estaba buscando.
—¡Si!, ¡es esto lo que estaba tratando de encontrar!, ¡gracias Renart!, ¿pero como sabias que este libro era el que…?
Había mirado tan fijamente al libro mientras le agradecía al zorro, cuando volteo para verle, este ya no estaba, había desaparecido, le pareció extraño, más aún que él haya encontrado ese libro que buscaba, pero en gran medida estaba agradecido de tenerlo en las manos.
—Veamos, pagina 2, 3, 5, ¡aquí esta!... veamos que pone…
“La magia que todos conocemos, bendito por los dioses, los elementos que dan origen y bendicen a los Sapien elegidos para portarla, por siglos eran conocido que solo seis elementos eran la cúspide de la magia, pero lo cierto es que Gaia era un mundo vasto con más secretos desconocidos por la mayoría, poco se sabe sobre este secreto en particular, la séptima magia”
—¿”Séptima magia”? -Replico el felino con gran curiosidad.
“Tiempo atrás existió un Sapien llamada Hercúleo, los registros de su vida son escasas, se desconoce su tipo de raza, pero de lo que se sabe, es que dominaba una magia ajena a los elementos. Hercúleo poseía una gran fuerza, también era más veloz y resistente que cualquier otro Sapien, sus destrezas físicas rosaban a un grado ridículo, fue esta misteriosa bendición de poder que lo convirtió en un héroe de leyenda”.
—Hercúleo, lo recuerdo, realizo una serie de hazañas mortales, luego… simplemente desapareció, cuenta la leyenda que se convirtió en un dios, pero todo es incierto.
“El legado de Hercúleo aún persiste, se han registrado algunos casos de Sapien que han adquirido poderes mágicos, pero ninguno ligado a las seis magias elementales de los seis dioses. Aquellos fueron bendecidos por capacidades físicas excepcionales, tal don era una rareza, solo muy pocos son escogidos para portar la séptima magia, la bendición de Hercúleo”.
El enfrentamiento contra el Urzaro, Kailo recuerda aun aquella demostración de gran fuerza llevado a cabo por Isaac, la magia emano del cuerpo del humano, pero no era ninguna elemental. Fue testigo de una magia especial, una del cual pocos tienen la suerte de ser portador, Isaac había manifestado la séptima magia, la bendición de Hercúleo.
—No hay duda, es como describe el libro… Isaac, tiene ese poder…
El lince sin saberlo, era escuchado a oídos por un misterioso individuo de capucha, cuyo rostro escondía con una larga túnica marrón, aquella misteriosa entidad, oye cada palabra del felino. Cuando Kailo se dispone a marcharse, dejo el libro en un estante, ya que estaba prohibido llevárselos fuera de la biblioteca. Al retirarse de la biblioteca, el extraño sale de su escondite y toma ese mismo libro, echándole una hojeada rápida al título y su contenido.
—No hay duda, es un usuario de la séptima magia, un portador de la bendición de Hercúleo –Hablo el enigmático extraño revelando una voz masculina.
Continuara…
La entrada era custodiada por dos guardias, para ingresar se debía pagar una pequeña suma, aunque cualquier pudiera acceder sin importar su estatus, el cobro de dicha tarifa era para todo mundo, con excepción por supuesto de nobles de la talla del Semiur. La biblioteca albergaba cientos de libros, sus autores se destacaban entre filósofos, poetas y narradores de fabulas fantásticas tanto para adultos como niños.
Los estantes estaban apilados en orden alfabético, los cuidadores eran bibliotecarios de avanzada edad, quienes limpiaban con diligencia el sitio y ordenaban aquello que no estuviera en su lugar. Para ellos la biblioteca no era solo un trabajo, era su vida y su hogar.
—Debe estar por aquí, en algún lado.
Kailo empezó a buscar estantería por estantería un libro en concreto, cada que abría uno empezaba a devorarlo con sus ojos a una velocidad asombrosa, pero por desgracia no era ni lo más cercano a lo que buscaba.
—Creí que estaría por aquí.
—¿Buscas algo en concreto?.
Una voz resuena en las proximidades de Kailo, a solo escasas distancia se encontraba un zorro rojo peliblanco, con su túnica verde y un arpa en manos, el vulpino se encontraba leyendo un libro de su interés.
—Tu eres…
—El vecino de al lado -El zorro le recordó —Puede que no me haya presentado antes, me llamo Renart.
—(Es cierto, mi vecino es un zorro rojo, aunque pocas veces los he visto) -Fueron los pensamientos del lince en referente a dicho vecino —Un gusto vecino, soy Kailo -El Sapien con educación se presenta ambien.
El lince poco o nada conocía de Renart, o más bien lo mejor que conocía de su vecino, era que tiende a tener bastantes “acompañantes” en su habitación, las veces que su habitación era ruidosa, ya fuera que estuviera con uno o varios, aquel zorro tenía un gusto evidente por el sexo. Tal comportamiento nunca le molesto al lince, incluso en ocasiones cuando aquel zorruno vecino de noche se encontraba con tales “compañía”, escuchar esos lascivos sonidos hacían que el felino se pusiera duro y recurriera a complacerse con sus propias manos.
—Es la primera vez que vengo aquí, ¿también la tuya? -Le pregunto Kailo.
—No, me gusta buscar inspiración en poemas, por desgracia no hay muchos libros de dicho tipo que sean de mi interés en esta biblioteca -Suspira el zorro con cierta decepción —A propósito, los dos estuvieron muy ruidosamente tierno anoche, si, lo escuche todito, ¡que adorable gemidos haces!.
—¡Eso…! -La cara del lince se torna roja de la vergüenza.
—¡Jajaja!... no tienes que avergonzarte, tener ese tipo de relación con otros es algo bastante natural, ¿por qué deberíamos reprimir esos deseos tan placenteros?.
Su voz era carismática, su tono atractivo y la belleza de su pelaje como cabello era para enamorarse, su argumento era algo que Kailo no tenia palabra alguna para llevarle la contraria. Kailo con su propio cuerpo supo en carne propia lo que era ese “placer”, hacerlo con alguien era un goce, en especial si era alguien que le gustaba, haber tenido sexo con Isaac fue una experiencia satisfactoria única, esperaba algún día repetirlo una y otra y otra vez hasta el fin de los tiempos. El felino no podía negar su interés por el mundo del libertinaje.
—Cierto… sé que no debería avergonzarme, solo es que… no soy de hablar con esto con alguien…
—Lo entiendo, a pesar de ser vecinos, nos conocemos muy poco -El zorro dijo con una amable sonrisa —Disculpa por ser tan entrometido, fue muy impropio de mi parte.
—N-no es necesario que te disculpes… está bien, me gustaría conocerle mejor, tratar de entablar amista con usted.
—Oh, que dulce de tu parte, bueno si quieres “conocerme mejor”, puedo hacerle compañía algún día a ustedes dos, si tu me entiendes -El zorro le guiña el ojo.
La sola imaginación de ver a Isaac y su vecino, desnudos y con los dos a la vez sobre una cama, le ruborizaba aun más, trataba de quitárselo de la mente, pero era difícil borrar una imagen que le era bastante excitante.
—¡Jajaja!, disculpa de nuevo mi atrevimiento, por favor no hagas caso de lo que digo -Dijo el zorro Renart —Bueno debo irme, he buscado la inspiración que necesitaba para hoy.
Cuando estaba dichoso por marcharse, el zorro se detiene y le entrega algo de interés al lince.
—Por cierto, creo que te gustaría leer esto, puede que sea lo que tanto buscas -Declaro Renart.
Le entrego en sus manos un libro con el título “La bendición Hercúlea”, Kailo lo abrió y al leer las primeras hojas, se alegro de saber que era lo que estaba buscando.
—¡Si!, ¡es esto lo que estaba tratando de encontrar!, ¡gracias Renart!, ¿pero como sabias que este libro era el que…?
Había mirado tan fijamente al libro mientras le agradecía al zorro, cuando volteo para verle, este ya no estaba, había desaparecido, le pareció extraño, más aún que él haya encontrado ese libro que buscaba, pero en gran medida estaba agradecido de tenerlo en las manos.
—Veamos, pagina 2, 3, 5, ¡aquí esta!... veamos que pone…
“La magia que todos conocemos, bendito por los dioses, los elementos que dan origen y bendicen a los Sapien elegidos para portarla, por siglos eran conocido que solo seis elementos eran la cúspide de la magia, pero lo cierto es que Gaia era un mundo vasto con más secretos desconocidos por la mayoría, poco se sabe sobre este secreto en particular, la séptima magia”
—¿”Séptima magia”? -Replico el felino con gran curiosidad.
“Tiempo atrás existió un Sapien llamada Hercúleo, los registros de su vida son escasas, se desconoce su tipo de raza, pero de lo que se sabe, es que dominaba una magia ajena a los elementos. Hercúleo poseía una gran fuerza, también era más veloz y resistente que cualquier otro Sapien, sus destrezas físicas rosaban a un grado ridículo, fue esta misteriosa bendición de poder que lo convirtió en un héroe de leyenda”.
—Hercúleo, lo recuerdo, realizo una serie de hazañas mortales, luego… simplemente desapareció, cuenta la leyenda que se convirtió en un dios, pero todo es incierto.
“El legado de Hercúleo aún persiste, se han registrado algunos casos de Sapien que han adquirido poderes mágicos, pero ninguno ligado a las seis magias elementales de los seis dioses. Aquellos fueron bendecidos por capacidades físicas excepcionales, tal don era una rareza, solo muy pocos son escogidos para portar la séptima magia, la bendición de Hercúleo”.
El enfrentamiento contra el Urzaro, Kailo recuerda aun aquella demostración de gran fuerza llevado a cabo por Isaac, la magia emano del cuerpo del humano, pero no era ninguna elemental. Fue testigo de una magia especial, una del cual pocos tienen la suerte de ser portador, Isaac había manifestado la séptima magia, la bendición de Hercúleo.
—No hay duda, es como describe el libro… Isaac, tiene ese poder…
El lince sin saberlo, era escuchado a oídos por un misterioso individuo de capucha, cuyo rostro escondía con una larga túnica marrón, aquella misteriosa entidad, oye cada palabra del felino. Cuando Kailo se dispone a marcharse, dejo el libro en un estante, ya que estaba prohibido llevárselos fuera de la biblioteca. Al retirarse de la biblioteca, el extraño sale de su escondite y toma ese mismo libro, echándole una hojeada rápida al título y su contenido.
—No hay duda, es un usuario de la séptima magia, un portador de la bendición de Hercúleo –Hablo el enigmático extraño revelando una voz masculina.
Continuara…