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Yo…
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¿Tú…? —el germano se encontraba muy impaciente, ya había aguantado lo suficiente y demandaba una respuesta en ese maldito instante.
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Hanz… —susurró el escocés, evadiendo de nuevo la mirada de su pareja y cerrando los ojos, quería pensar en lo que iba a decir, pero el otro no le permitió meditarlo ni un segundo, pues tomó su mentón y cambió la posición de su cara, obligándolo a verlo una vez más—
Yo… yo…
Un ataque de ansiedad quiso aparecer en Ewain, quien inmediatamente se tocó el pecho como acto reflejo. La respiración volvía a fallarle un poco y el nerviosismo se apoderaba de todo su cuerpo, pero antes de que pudiera continuar expandiéndose, el menor lo detuvo con un cálido y brusco beso. Los ojos de Ewain se abrieron de par en par, sorprendido por la acción de su pareja. Tal pareciera que dicho susto hizo que el ataque se “espantara”, pues poco a poco volvió a recuperar la característica respiración lenta y los sentimientos de desesperación desaparecieron por completo. ¿Cómo iba a ser capaz de defenderlo o ver por su vida, cuando ni siquiera podía controlar algo como eso?
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Perdón —fue lo único que supo decir, craso error, pues el otro endureció su mirada aún más. Se armó de valor y comenzó a hablar de manera pausada—
. Es sólo que no quiero que te pase algo.
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¿Eh? —el menor se sorprendió por la respuesta de su novio.
Sabía que la inteligencia no era su fuerte, ¿pero qué relación podía tener el no querer que saliera lastimado y la actitud que había tenido desde fin de año? Los dos juttoushis se vieron entre sí, pues su razonamiento fue el mismo que el del pelinegro, pero Chackmon estaba consciente de los pensamientos más oscuros de su portador, sabía que la relevancia era muy grande.
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Mi visión —empezó a decir nuevamente el mayor, pero hizo una pequeña pausa para continuar, de verdad le estaba costando mucho trabajo expresar aquello. Se llevó las manos a la cara y comenzó a sollozar, las lágrimas salían de sus ojos sin ningún tapujo, simplemente no las podía contener. Eso preocupó al germano, odiaba que Ewain llorara, pero no podía detenerse en ese momento si deseaba conocer la verdad.
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Dímelo —insistió.
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En mi visión de año nuevo —dijo entre sus lloriqueos, de una forma apenas audible—
. Estabas muerto, pude observar cómo te asesinaban.
Aquello dejó helado a Hanz, como si un balde de agua fría le hubiese caído encima, pues no esperaba eso. Por un lado, se sentía aliviado por no haber metido la pata con su novio, salvo el no sacarle la información antes, pero también tenía un sentimiento de culpa por ser el motivo por el que el escocés se estaba comportando de esa forma. Conocía de antemano que en la visión de su pareja estaba muerto, pero nunca se pudo imaginar que había presenciado el momento exacto en el que moría. No dijo nada en ese instante, esperando a que el otro retomara la conversación, cosa que tardó unos cuantos minutos mientras se calmaba entre su llanto. Una vez estaba tranquilo, lanzó un suave y lento suspiro y continuó:
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Una cosa es que podamos estar distanciados—dijo con amargura y realismo aquellas palabras, pero Hanz las dejó pasar por alto para escuchar lo que seguía—
, pero el verte ahí, inerte, simplemente es algo que no puedo soportar y que no quiero recordar.
El silencio se hizo presente, infinitas noches ya había llorado el escocés por aquello, por lo que en ese momento ya no pudo tirar una lágrima más, se sentía seco en su totalidad y lo único que quería era ser libre de aquella visión que lo acosaba a todas horas. Hanz no pudo evitar tomar de la nuca a su pareja y llevarla hacia su cuerpo, fundiéndose así en un abrazo que no habían compartido en muchísimo tiempo. Finalmente cuando se separaron, fue que el peliazul se quedó observando la cara de su novio, esperando a que él dijera algo.
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Ewy —lo tomó por ambos lados de su cara con una delicadeza que sólo ellos sabían que existía—
. Fue una ilusión y aquí estoy yo, siénteme —liberó su rostro para tomar sus manos y llevarlas hasta su pecho, logrando así que el palpitar de su corazón llegara hasta su novio.
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Lo sé, pero si evito relacionarme más con la Gungnir, tal vez...
Nuevamente reinó un silencio sepulcral. Hanz quería decir que eso no era cierto, pero él estaba teniendo los suficientes conflictos mentales como para agregar otro más al montón. En segundos se le cruzaron en la cabeza las palabras que había dicho su novio y que había pasado por alto, pero estaba decidido a retomar esa parte de la conversación.
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Y no comprendo lo de distanciados.
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No hay mucho que comprender —contestó su pareja luego de unos segundos—
. Desde año nuevo, apenas nos vemos y…
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¿Y por qué no dijiste nada? —interrumpió el germano con fastidio. No podía creer que de verdad estuviera diciendo eso—
Entiéndelo, te amo.
Acortó la distancia y lo besó nuevamente, pero esta vez Ewain le correspondió el beso con pena. Tenía siglos que no se sonrojaba de la manera que lo había hecho en ese instante, pero lo último le penetró duro en la cabeza y no hubo forma de esconderlo de él.
[…]
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Snow Bomber! —Chackmon se deslizó por el suelo al entrar a la cueva, disparando a diestra y siniestra una cantidad infinita de bolas de nieve.
Nadie esperaba aquel ataque, mucho menos el dúo de criminales, los cuales corrieron a refugiarse detrás de algunos muebles que decoraban el agujero en el que vivían. Seguido del espíritu de hielo, entró el de la electricidad y atacó con su Thor’s Hammer en cuanto vislumbró a Centarumon. Gracias al gran espacio del lugar, el centauro logró esquivar a tiempo el ataque del escarabajo, pero no corrió con la misma suerte cuando nuevas bolas de nieve se dirigían hacia él.
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¡Starmon! —exclamó su Tamer, era momento de tomar acción.
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Saimin-
Ni bien empezó a gritar su ataque, Blitzmon ya había concentrado una buena cantidad de electricidad en su mano y la aventó en forma de lanza. El ataque dio de lleno en la estrella metálica y lo golpeó fuertemente, mandándolo así unos metros hacia atrás y lastimado. Centarumon quiso ayudar, pero Chackmon seguía sin quitarle un ojo de encima y lo mantenía a la raya gracias a Romeo. Cuando este quiso lanzar su Hunting Cannon, el pequeño oso polar saltó y convirtió su cuerpo en un carámbano que se dirigió hacia la bestia.Tanto Patamon como Veemon lograban ver todo desde atrás, sus Tamer estaban en una posición muy ofensiva, posiblemente hartos de la situación y buscando ponerle un remedio lo más pronto posible. Chackmon, luego de volver a su forma de siempre, agarró a su oponente y con su mano izquierda asestó un golpe muy efectivo, pues su mano se había convertido en un martillo y había impactado en su totalidad. Cuando Centarumon cayó unos cuantos metros atrás, el juttoushi aprovechó y soltó su Kachikachi Kocchin, congelando así al centauro y obligándolo a volver a su etapa anterior como Hagurumon.
Blitzmon no quiso quedarse atrás y utilizó una patada que hizo retroceder nuevamente a Starmon, conectándola después con un golpe de electricidad, el cual terminó por noquear a la estrella. Una luz envolvió al Adult y regresó a su etapa anterior también, un Kudamon. Era tanto su dolor que era incapaz de moverse, pero no por eso bajaron la guardia y se acercaron a los Tamer antes de que intentaran hacer algo.
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Síganme —apuntó con su Romeo a los criminales, quienes no tuvieron opción más que caminar hasta donde habían encerrado a Hanz y Ewain.
Pronto, Shooting Star se encontraba en su propia celda, y sin sus Digimon y sus pertenencias, no eran capaces de poder escapar de ahí. Blitzmon se dedicó a recuperar todo lo robado mientras Chackmon liberaba a los compañeros digitales de cada uno. Cuando el germano logró encontrar todo, volvieron a sus formas originales y cada uno tomó su propio digivice, en caso de requerirlo si alguno de los Child despertaba. Rápidamente se comunicaron con la Digital Security y se dedicaron a esperar.
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Ewy —llamó la atención de su novio al colocarle una mano en su hombre. Este volteó y se le quedó viendo fijamente—
. Un mensaje, sólo eso basta, y llegaré en cuestión de minutos, incluso segundos.
Ambos abrieron los brazos y se fundieron en otro abrazo. Algo que el escocés no había comprendido del todo, hasta ahora, era que en esas extremidades musculosas no sólo se sentía protegido, sino que se sentía en casa. Por supuesto, Gungnir era parte de aquel hogar, pero la base y el cimiento de eso era, sin lugar a dudas, su novio.