El único campeón de Mortal Kombat.
Aquí mi parte:
Dominique y Monodramon se encontraban en el parque que solían frecuentar cuando Dominique no estaba en la escuela o estaban junto a sus compañeros de lucha.
El humano se sacó un sombrero de paja que tenía y el digimon hizo lo mismo, dejándolos en una pequeña banca marrón que estaba en el parque, para sentarse en la misma.
El parque lucía un poco seco en cuanto a la flora, y por ello, nadie frecuentaba el lugar. Los árboles estaban perdiendo sus hojas y algunas caían en donde el dúo estaba, haciendo que estos se froten las manos (o garras, en el caso de la pequeña bestia) para quitarse las mismas del cuerpo.
Dominique seguía pensante en lo ocurrido recientemente: la aparición de Nathan y Agumon sacudieron un poco al humano, pero tampoco lo sacaron de sus casillas. Vio que Nathan tenía poder, pero pecaba de soberbio y ello le saldría caro algún día. En cuanto a su digimon, mucho no podía pensar, porque era sólo una copia de su compañero humano, así que supuso que ambos tendrían la misma consecuencia.
Monodramon opinaba parecido a su compañero, pero lo que lo tenía a maltraer, era la posibilidad de volver al Mundo Digital y no ver más a su amigo. Aquello le inquietaba demasiado a él y sabía que al humano también le inquietaba.
— Quiero que me digas que piensas, Dominique — Le dijo el dinosaurio —, ¿y si matamos a Nathan y Agumon mientras duermen?
— ¿Estás demente? ¿Crees qué ése chico y su digimon nos harán perderlos a ustedes? Yo lo dudo — Comentó, de manera determinante —. Nathan es fuerte, pero sólo no va a poder contra futuras amenazas. Y aún espero la aparición de Astamon; allí se verá que tengo razón.
— ¿Y si evoluciona a un Metal Greymon?
— Bueno, ahí comienzo a escuchar tus propuestas suicidas, Monodramon.
—¿Algo más qué quieras decirme, Dominique? Y te lo digo porque tú y yo no hablamos de nada que no sea "Asunto Elegidos" — Bufó él.
— ¿De qué quieres qué hablemos, bestia pequeña? ¿De qué besé a Hitomi para hacerlos evolucionar? ¿Qué no sé nada de Caroline y su familia hace unas semanas? No tengo interés en hablar de nada que no tenga que ver con el asunto.
— Deja de ser evasivo, Dominique. Por una vez, no evites los asuntos que te incomoden.
El humano calló ante la palabra de su compañero. Si bien no quería decirlo, el digimon estaba en lo cierto: Dominique estaba escapándole a los problemas y no afrontándolos. Al momento, su amigo estaba en un silencio que incomodó a su digimon, pero no a él, porque Dominique sabía que estaba pensando y que debía decir.
Pasado un rato, el humano inhaló aire y miró a su compañero, decidido a contarle todo.
— Lo de Nathan no me incomoda tanto, porque sé que mi instinto no falla en estos casos...
— ¿Y qué tal lo de Jos? — Preguntó, interrumpiéndolo en el proceso.
— Cuando se sepa la verdad de ése, verás que tenía razón — Respondió, cerrando sus ojos y cruzándose de brazos —. ¿Puedo seguir? — Preguntó; su digimon asintió —. Bien, seguiré. Siguendo con Nathan: considero que sólo está en una nube de pedos o subido de ego y su digimon sigue sus pasos porque ustedes actúan como clones nuestros.
— ¿Qué carajo?
— Monodramon, ustedes se forjan a base de nuestra actitud o son opuestos nuestros.
— ¡Claro que no!
— ¿Imaginas a Nahila siendo tan maricona cómo su digimon? Jos y Gazimon son clones; Hawkmon es tranquilo y Alan está dopado; y Hitomi y Plotmon actúan como si fuesen hermanos.
— Bueno, he de admitir que eres observador; yo no lo soy tan así.
— Eres observador, amigo. Tú notaste que Caroline tenía novio y no quería contarme; notaste el portal como yo y también viste que algo andaba mal con Jos al mismo tiempo que yo. Eres observador, Monodramon; y también tienes mal aliento cuando comes pescado.
— El pescado que le ibas a regalar a Alan, ¿recuerdas? Alan odia el pescado.
— Y Hawkmon lo ama.
Ni que lo digas — Bromeó éste, riendo un poco —. Sin cortar el tema: no temo de Nathan ni Agumon, y estoy superando lo de Caroline para ser honesto.
— ¿Y Hitomi?
— Es una bonita chica. Y si algún día se diese algo, que se de — Se encogió de brazos.
El humano pudo percatarse de algo: estaba siendo más abierto con su digimon, porque se había cerrado por el dolor. Pero pudo comprender que con su buen amigo, estaría siempre bien acompañado frente a los duros golpes de la vida. Y si alguien apareciera para separarlos, él usaría sus medios para evitar que ese o esos seres lo permitan. Cueste lo que cueste y sin importar las consecuencias.
Dominique tomó su sombrero y le dio el otro a Monodramon; ambos se levantaron de la banca y siguieron su paso por el resto de la ciudad, buscando a donde instalarse y conseguir un empleo (aunque no esté permitido en Japón por ser menor de edad).
El humano se sacó un sombrero de paja que tenía y el digimon hizo lo mismo, dejándolos en una pequeña banca marrón que estaba en el parque, para sentarse en la misma.
El parque lucía un poco seco en cuanto a la flora, y por ello, nadie frecuentaba el lugar. Los árboles estaban perdiendo sus hojas y algunas caían en donde el dúo estaba, haciendo que estos se froten las manos (o garras, en el caso de la pequeña bestia) para quitarse las mismas del cuerpo.
Dominique seguía pensante en lo ocurrido recientemente: la aparición de Nathan y Agumon sacudieron un poco al humano, pero tampoco lo sacaron de sus casillas. Vio que Nathan tenía poder, pero pecaba de soberbio y ello le saldría caro algún día. En cuanto a su digimon, mucho no podía pensar, porque era sólo una copia de su compañero humano, así que supuso que ambos tendrían la misma consecuencia.
Monodramon opinaba parecido a su compañero, pero lo que lo tenía a maltraer, era la posibilidad de volver al Mundo Digital y no ver más a su amigo. Aquello le inquietaba demasiado a él y sabía que al humano también le inquietaba.
— Quiero que me digas que piensas, Dominique — Le dijo el dinosaurio —, ¿y si matamos a Nathan y Agumon mientras duermen?
— ¿Estás demente? ¿Crees qué ése chico y su digimon nos harán perderlos a ustedes? Yo lo dudo — Comentó, de manera determinante —. Nathan es fuerte, pero sólo no va a poder contra futuras amenazas. Y aún espero la aparición de Astamon; allí se verá que tengo razón.
— ¿Y si evoluciona a un Metal Greymon?
— Bueno, ahí comienzo a escuchar tus propuestas suicidas, Monodramon.
—¿Algo más qué quieras decirme, Dominique? Y te lo digo porque tú y yo no hablamos de nada que no sea "Asunto Elegidos" — Bufó él.
— ¿De qué quieres qué hablemos, bestia pequeña? ¿De qué besé a Hitomi para hacerlos evolucionar? ¿Qué no sé nada de Caroline y su familia hace unas semanas? No tengo interés en hablar de nada que no tenga que ver con el asunto.
— Deja de ser evasivo, Dominique. Por una vez, no evites los asuntos que te incomoden.
El humano calló ante la palabra de su compañero. Si bien no quería decirlo, el digimon estaba en lo cierto: Dominique estaba escapándole a los problemas y no afrontándolos. Al momento, su amigo estaba en un silencio que incomodó a su digimon, pero no a él, porque Dominique sabía que estaba pensando y que debía decir.
Pasado un rato, el humano inhaló aire y miró a su compañero, decidido a contarle todo.
— Lo de Nathan no me incomoda tanto, porque sé que mi instinto no falla en estos casos...
— ¿Y qué tal lo de Jos? — Preguntó, interrumpiéndolo en el proceso.
— Cuando se sepa la verdad de ése, verás que tenía razón — Respondió, cerrando sus ojos y cruzándose de brazos —. ¿Puedo seguir? — Preguntó; su digimon asintió —. Bien, seguiré. Siguendo con Nathan: considero que sólo está en una nube de pedos o subido de ego y su digimon sigue sus pasos porque ustedes actúan como clones nuestros.
— ¿Qué carajo?
— Monodramon, ustedes se forjan a base de nuestra actitud o son opuestos nuestros.
— ¡Claro que no!
— ¿Imaginas a Nahila siendo tan maricona cómo su digimon? Jos y Gazimon son clones; Hawkmon es tranquilo y Alan está dopado; y Hitomi y Plotmon actúan como si fuesen hermanos.
— Bueno, he de admitir que eres observador; yo no lo soy tan así.
— Eres observador, amigo. Tú notaste que Caroline tenía novio y no quería contarme; notaste el portal como yo y también viste que algo andaba mal con Jos al mismo tiempo que yo. Eres observador, Monodramon; y también tienes mal aliento cuando comes pescado.
— El pescado que le ibas a regalar a Alan, ¿recuerdas? Alan odia el pescado.
— Y Hawkmon lo ama.
Ni que lo digas — Bromeó éste, riendo un poco —. Sin cortar el tema: no temo de Nathan ni Agumon, y estoy superando lo de Caroline para ser honesto.
— ¿Y Hitomi?
— Es una bonita chica. Y si algún día se diese algo, que se de — Se encogió de brazos.
El humano pudo percatarse de algo: estaba siendo más abierto con su digimon, porque se había cerrado por el dolor. Pero pudo comprender que con su buen amigo, estaría siempre bien acompañado frente a los duros golpes de la vida. Y si alguien apareciera para separarlos, él usaría sus medios para evitar que ese o esos seres lo permitan. Cueste lo que cueste y sin importar las consecuencias.
Dominique tomó su sombrero y le dio el otro a Monodramon; ambos se levantaron de la banca y siguieron su paso por el resto de la ciudad, buscando a donde instalarse y conseguir un empleo (aunque no esté permitido en Japón por ser menor de edad).